En la mañana del miércoles 17 de abril, 56 trabajadores de Clarín, Olé y los sectores periodísticos de AGEA fueron despedidos sin mediar aviso ni negociación. Todos ellos se enteraron al llegar a las puertas de la empresa, en Tacuarí 1800, para cumplir con su trabajo, como lo vienen haciendo desde años. Allí se toparon con un vallado policial y agentes de seguridad privada que consultaban su nombre para autorizar o no su ingreso.
El anuncio sobre la nueva situación laboral de los empleados del Grupo se completó más tarde con el envío de un mail a cada trabajador de AGEA: los despedidos eran notificados de su cesantía y se ofrecían las vías de contacto para cerrar un acuerdo unilateral, mientras que otros eran comunicados mediante una carta formal firmada por el gerente general de la compañía, Héctor Aranda, de la reestructuración que se estaba realizando.
En tanto, a los sectores no periodísticos (marketing, sistemas, administración, etc.) se les comunicó que no debían presentarse a trabajar en la empresa y cumplir sus tareas a través de home office.
Ante estos hechos la Comisión Interna convocó a una asamblea urgente y extraordinaria en la que se determinó por unanimidad suspender las tareas en rechazo a los despidos y la reestructuración de personal, y exigir una mesa de negociación a la brevedad. Los delegados gremiales revelaron, además, que la cantidad de puestos de trabajo involucrados es aún mucho mayor.
Las redacciones de Clarín, Olé, Viva, Ñ, ELLE, Genios y demás productos editoriales del Grupo acataron la decisión soberana de la asamblea y decidieron realizar una retención de tareas hasta recibir respuesta tanto de la Jefatura Periodística como de la Gerencia de Capital Humano.
