04/07/2023

Denuncian a Starbucks por políticas discriminatorias contra personas LGBT+

Sindicalismo y orgullo: la lucha de les trabajadores de Starbucks en EE.UU.

“Los trabajadores de Starbucks en todo el país están en huelga esta semana por el trato de la empresa a los trabajadores homosexuales y trans”. Así comenzaba el hilo de Twitter publicado el 23 de junio por el sindicato que reúne a los trabajadores de la reconocida cadena de cafeterías.

En el marco del mes del orgullo, que se conmemora todos los años por la rebelión de Stonewall el 28 de junio de 1969, el Starbucks Workers United (SWU) lanzó una serie de medidas de fuerza que abarcaron más de 150 locales en todo el territorio estadounidense. El conflicto tiene como trasfondo las negociaciones para acordar un contrato colectivo, algo que la empresa viene trabando desde la creación del sindicato a finales de 2021.

“Sé gay y organizate”, “los derechos de los trabajadores, son derechos queer y trans” y “huelga con orgullo” (strike with pride), fueron algunas de las consignas.

En muchos medios de comunicación se difundió que la huelga se debía a que no permitieron “decorar” los locales con los colores del orgullo. Si bien este dato es cierto, la protesta apunta a cuestiones más profundas. Entre los reclamos sindicales se destaca la exigencia de que se garantice un promedio mínimo de 20 horas semanales de trabajo, lo cual permite acceder al seguro médico que incluye, entre otras cosas, los tratamientos con hormonas y quirúrgicos para las personas trans. “La gerencia puede reducir las horas de trabajo de los trabajadores sin explicación y, a menudo, lo hace para tomar represalias contra los simpatizantes del sindicato”, denunció el SWU.

A esto se suma que muches trabajadores han señalado que el seguro que brinda la compañía ya no cubre la totalidad de los tratamientos y han debido poner más dinero de su bolsillo. Por eso 300 empleades firmaron una solicitada exigiendo explicaciones: “Hacemos un llamado a Starbucks para que se comprometa públicamente a que se seguirá brindando atención médica que afirme el género sin aumentar los costos para las personas que dependen de esa atención”.

Asimismo desde el SWU demandan protección contra la discriminación y el acoso sexual; reglas claras sobre motivos de sanciones y despido; medidas de seguridad ante quemaduras y otros accidentes laborales; baños neutrales en cuanto al género; entre otros puntos.

En esa sintonía, reclaman también “el fin de las tácticas de intimidación” que lleva adelante la patronal “como parte de su campaña antisindical”. Además del recorte de horarios, les han retenido las propinas y amenazado con que podrían perder sus beneficios por el hecho de agremiarse.

Con el apoyo mediático, que busca limitar la disputa a una cuestión de decoración, la empresa respondió que apoyan “inquebrantablemente a la comunidad LGBTQIA2+”. Y añadió que “sería inexacto informar que las tiendas Starbucks están prohibiendo cualquier decoración ya que no ha habido cambios en la política de la compañía sobre este asunto”.

No obstante, desde el sindicato respondieron que “una empresa que se ‘preocupa’ por los trabajadores homosexuales y trans no los intimida ni los amenaza”. “Starbucks tokeniza a los trabajadores homosexuales y trans y nos usa para relaciones públicas, pero no quieren escucharnos. Basta de progresismo performativo: exigimos que Starbucks venga a la mesa a negociar un contrato que garantice legalmente nuestros derechos”, completaron.

Una historia de organización

Jaz Brisack era apenas una adolescente cuando leyó la ‘Declaración ante la Corte’ del dirigente del sindicato ferroviario y socialista estadounidense Eugene Debs, condenado por dar discursos contra el reclutamiento militar durante la Primera Guerra Mundial. Ese texto la motivó a interesarse por las luchas de las y los trabajadores de su país.

Tras su paso por la universidad intentó sindicalizar sin éxito una planta de la empresa Nissan, en Mississippi. Pero allí conoció a Richard Bensinger, un veterano organizador sindical que sería clave en su próxima etapa cuando a finales de 2020 -en plena pandemia- consiguió trabajo en un Starbucks de Buffalo, Nueva York.

A partir de julio de 2021 comenzó a reunirse con trabajadores de distintos locales de la ciudad. Cómo reseñó una nota del Washington Post, buscaba a aquellos que en sus redes sociales o conversaciones habían manifestado posiciones “liberales” (que en EE.UU. quiere decir progresistas) como reclamos por el aumento del salario mínimo, contra la violencia de género, etc.

Ese trabajo de hormiga derivó en que a fines de agosto 48 trabajadores firmaran una carta solicitando la creación de un sindicato. Durante los meses siguientes la empresa envió “gerentes de apoyo” a todas las tiendas de Buffalo para controlar a los trabajadores y realizó reuniones con los empleados para hablar en contra de la sindicalización. Incluso en noviembre viajó a la ciudad Howard Schultz, el fundador de la compañía, para dar un discurso ante trabajadores y directivos. Al ser interpelado por activistas sindicales, terminó huyendo del salón del hotel donde estaba hablando.

El local de Jaz Brisack votó el 9 de diciembre y el 17 de ese mismo mes la Junta Nacional de Relaciones Laborales (JNRL) certificó la creación del primer sindicato de Starbucks en el país que lo vio nacer. 

Este hecho generó un impacto a nivel nacional y el proceso de sindicalización se expandió. Actualmente, según el SWU, ya están organizados en más de 300 locales. Si bien se trata de un número pequeño al lado de las 9 mil tiendas que maneja la firma en todo EE.UU., resulta significativo si se tiene en cuenta que apenas el 6% de las y los trabajadores del sector privado están organizados gremialmente. Y más relevante aún considerando que es una empresa ícono del sector servicios, el cual emplea al 79% de la fuerza laboral estadounidense.

Una empresa antisindical

Durante estos años Starbucks continuó persiguiendo y acosando a quienes decidieron organizarse gremialmente. Una de las primeras decisiones fue dar aumentos de sueldo a todas las tiendas, menos a las que estaban sindicalizadas. Y desde la primera votación en Buffalo, despidió al menos 200 activistas. 

La situación alcanzó tal nivel de gravedad que, en febrero de este año, un juez de Michigan emitió un fallo prohibiendo a la empresa echar gente por sindicalizarse. Asimismo instó a reincorporar a quienes habían sido desvinculados por esa razón.

Si bien en EE.UU. ya es ilegal echar a un trabajador por formar parte de un sindicato, esta medida cautelar permite a la JNRL comparecer ante el juez y conseguir reincorporaciones más rápidas. De lo contrario el proceso podría llevar meses o incluso años.

A comienzos de marzo, otro juez dictaminó la reincorporación de seis trabajadores. Según el magistrado Starbucks cometió violaciones “atroces y generalizadas” de la ley laboral federal en sus tiendas en las ciudades de Buffalo y Rochester. En total, distintos jueces consideraron que Starbucks violó las leyes laborales de EE.UU. más de 130 veces en seis estados diferentes, solo en 2022.

A pesar de estos reveses legales, Starbucks continúa con sus prácticas persecutorias. El 31 de marzo despidió a Lexi Rizzo, una de las primeras 48 firmantes de la nota que pedía la sindicalización en 2021. El argumento: llegar dos minutos tarde, en promedio, en cuatro oportunidades. Actualmente solo 13 de los trabajadores que apoyaron la carta de organización original de Buffalo continúan en la empresa.

El contexto social y político parece favorable a las corporaciones. EE.UU. enfrenta una ofensiva conservadora en todos los niveles que se ha consolidado y profundizado con la mayoría republicana en la Corte Suprema.

El Máximo Tribunal dio por tierra el año pasado con el fallo Roe vs. Wade que garantizaba el derecho al aborto en todo el país. Y en los últimos días resolvió sobre tres aspectos, todos en la misma línea: el 29 de junio le puso fin a la Acción Afirmativa para la admisión a las universidades, una medida beneficiaba a estudiantes negros y latinos; al día siguiente bloqueó el programa de condonación de préstamos estudiantiles del gobierno de Joe Biden; y acto seguido falló a favor de una diseñadora de páginas de internet que se negó a crear portales a parejas del mismo sexo.

Frente a este escenario complejo, las y los trabajadores de Starbucks no la tienen fácil, pero tampoco bajan los brazos. “Las decisiones recientes de la Corte Suprema prueban que las cortes y las corporaciones no van a proteger a los trabajadores”, remarcaron desde el sindicato y sentenciaron: “Solo organizándonos podemos nosotros construir poder y protegernos. Esta es una llamada para despertarnos. La clase obrera y la clase propietaria no tienen nada en común. Levántate y organízate”.