24/11/2018

Estela Díaz, secretaria de Género e Igualdad de la CTA

"Tenemos que construir unidad hasta que duela"

Estuvimos con Estela Díaz, secretaria de Género e Igualdad de la CTA de los Trabajadores desde 2003, cuando comenzó y luego consolidó el debate por el aborto legal, seguro y gratuito. Es además integrante de la Coordinadora por la liberación de Milagro Sala.

Estela comenzó el camino de la militancia con la apertura democrática en La Plata, lugar donde aún sigue viviendo. Un poco junto a los organismos de derechos humanos, y otro poco en la política partidaria para enseguida abrazar la causa de los derechos de las mujeres: “La dictadura había cortado toda posibilidad de avance y había que encarar una serie básica de derechos, pensemos que no había programas de violencia, ni leyes, ni salud reproductiva, ni cupo todavía. Así que eran momentos de debates y peleas por cuestiones muy elementales de avance de las mujeres en lo público y en la conquista de derechos concretos”.

Comienza a participar en la CTA desde su conformación en 1990, “yo era viajante de comercio y el sindicato estaba en CGT pero la CTA daba la posibilidad de afiliación directa”. Y desde un espacio llamado Casa Grande donde confluían experiencias que venían de distintos sectores de la política (peronistas, socialistas, intransigentes, independientes) y distintos sectores del sindicalismo, trabajó en la recuperación de sindicatos: ”lo sindical siempre me atrajo como espacio de construcción, y la CTA me dio la posibilidad de participar porque yo tenía además trabajo territorial”. Con esa trayectoria confluyó en la Federación de Tierra y Vivienda que nucleaba a las distintas organizaciones que tenían trabajo en el territorio. Y allí fue transitando distintos espacios de la central hasta que en 2003 llega a la Mesa Nacional de la CTA como secretaria de Igualdad y género, como reconocimiento a su militancia en el movimiento de mujeres a la par de la militancia en la central obrera.

Desde la CTA comienza a sentar las bases del debate por el aborto legal, seguro y gratuito, articulando con sectores religiosos como la Asociación de Católicas por el Derecho a Decidir. Es además integrante de la Coordinadora por la liberación de Milagro Sala.

Estela Díaz es una mujer que lucha por los derechos de las mujeres en un ámbito dominado por hombres. Una obcecada optimista que abre caminos para que las mujeres logren ocupar los espacios de poder ante la cultura patriarcal de un sindicalismo argentino que, poco a poco, parece comenzar un proceso de deconstrucción con el impulso de la marea feminista.

¿Cómo recordás la época de conformación de la CTA luchando frente a un gobierno neoliberal en la década del 90?

La siento con muchas diferencias respecto a este momento, y sobre todo porque eran momentos de enorme soledad. Sin embargo ahora tenemos un periodo donde hay una juventud politizada, nuestros sindicatos fortalecidos. Los doce años de kirchnerismo lo que dieron es un enorme fortalecimiento para el movimiento sindical, los sindicatos triplicaron, cuadriplicaron afiliaciones. Y por otro lado, la juventud politizada en sus distintas vertientes, en sus distintas formas. Y el feminismo, con una potencia y una fuerza. Si hay algo que se ha destacado desde diciembre de 2015 es la capacidad de movilización del movimiento sindical y de las mujeres, mis dos ámbitos de militancia. La verdad siento que era en mucha soledad, militar era raro, la política era mal vista, y perdíamos, todas las perdíamos. Y uno siente que es terrible la velocidad con la que están entregando este país, Macri hace en dos años lo que a Menem le llevó diez, pero la diferencia es que la resistencia es con una potencia organizativa, política, de debate, de interpelación a la sociedad completamente diferente, entonces me siento mucho más acompañada, y siento la alegría de la militancia, la participación, y que eso convoque a la juventud.

¿Por qué crees que esos doce años de kirchnerismo hicieron que muchos jóvenes participen en política?

Ahí hubo una apuesta. Néstor Kirchner plantea como una voluntad, como una decisión política la construcción de una agrupación juvenil, llama a los jóvenes a participar. Dos cosas: una es que el eje es el trabajo y el organizador de la sociedad, por eso 5 millones de puestos de trabajos formales, más los informales. Ese eje puesto en el trabajo fortalece a las organizaciones sindicales. Y la participación de la juventud fue una decisión política de convocatoria. Recuerdo una reflexión que hacían en Brasil compañeros y compañeras del PT (Partido de los Trabajadores), sobre que a ellos les faltó eso, las movilizaciones juveniles que hubieron en Brasil en general fueron en contra del partido, como reclamo al gobierno. Nosotros tuvimos movilizaciones contrarias, en Argentina nos movilizamos por todo y eso es una sana costumbre pero también hemos tenido movilizaciones de la juventud como parte de un proyecto que los convocaba.

¿Cómo fuiste administrando la tensión existente entre el movimiento sindical y el movimiento de mujeres? ¿Te sentiste acompañada o fue un debate en solitario?

Toda la vida estoy como en tensión. La diferencia entre mi primer periodo en 2003 (como secretaria de género en la CTA) y mi regreso en el 2010 es abismal. En el primer periodo yo siempre tenía que levantar la mano en la mesa para decir “ahí no hay mujeres”, “tal estudio necesitamos cruzarlo con género”, y yo les decía “miren compañeros, a mi me gustaría hablar de otras cosas pero siempre me siento forzada a tener que ser la que trae estos temas”. Desde el 2010 en adelante, y ni hablar desde el 2015 después de la movilización del “Ni una menos”, ya noté ahí que los compañeros pedían que los documentos tengan incorporada la agenda de género, cuando los mismos compañeros lo tomaban en cuenta, ahí noté que se estaba produciendo una transformación. Y mucho más después del 2015, porque el movimiento “Ni una menos” produjo una interpelación hacia el seno de las propias organizaciones también. Algunos se pusieron el cartelito sólo para caretearla pero en la sociedad pasó algo mucho más profundo que eso y la capacidad de movilización masiva del movimiento de mujeres y el feminismo interpeló políticamente y a nuestras organizaciones también les planteó la imposibilidad de que no haya mujeres en los actos. Los secretarios generales siguen siendo mayoritariamente varones pero ya los compañeros plantean que tiene que haber mujeres. Además empezamos a hablar de feminismo, esto también da un salto de calidad. La secretaría en la que estoy a cargo es la de igualdad y género, era más políticamente correcto, hasta el género nos la bancamos. Sin embargo ahora hablamos de feminismo, nosotros hacemos encuentros de sindicalismo y feminismo, el seminario que hacemos en el Instituto Patria es el seminario estrella y se llama “Peronismo y Feminismo”. Antes juntar esto en un mismo sintagma era imposible, decían que era un oxímoron, y bueno, estamos derribando el oxímoron. Recuerdo que el movimiento zapatista decía “tomemos las armas para lograr la paz” y lo discutían como un oxímoron en un texto. Nosotras tomamos el feminismo para hacer sindicalismo porque el feminismo y el peronismo plantean la justicia social como bandera central, y la justicia social es con igualdad de género, claramente.


¿Qué conclusión sacas del debate por el aborto legal, seguro y gratuito que no pudo convertirse en ley? ¿Cómo surge la articulación con la Asociación Internacional Católicas por el Derecho a Decidir y cómo funciona esa experiencia?

La CTA participa en la campaña nacional por el aborto desde que comienza en el año 2005 y la Asociación Internacional Católicas por el Derecho a Decidir facilita la realización de la reunión para discutir la campaña en la provincia de Córdoba y ahí las conozco. Ahí nos encontramos 70 dirigentes de distintas organizaciones feministas, sociales y sindicales donde definimos el nombre de la campaña, el pañuelo verde, y el lema. Desde ese momento a pensar lo que fue la marea verde, que se llegue a discutir el aborto, millones de personas movilizadas, y los pibes y pibas desde el colegio secundario haciéndolo propio, llevando el pañuelo hasta a escuelas católicas. La verdad que es un fenómeno que supera los sueños que teníamos quienes estuvimos en esas reuniones inaugurales. Porque además, incluso en el mundo diría sin exagerar, no hay experiencias de un nivel de movilización de masas semejante por conseguir la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Fue algo maravilloso, profundamente movilizante, que niños y niñas jóvenes que en algún caso no han tenido experiencia de sexo-genitalidad activa, sin embargo abrazan ese pañuelo y discuten la autonomía del cuerpo en un ámbito colectivo, de manera pública y con alegría. Un debate difícil porque cuando discutías la vida te querían poner del lado de la muerte, y sin embargo este fue el lugar de la fiesta, del encuentro, de los colores, del glitter, que ahora se extendió a los encuentros de mujeres. Tuvimos algún debate con el campo nacional y popular respecto de si era o no el momento, si esto era una maniobra del macrismo para dividirnos, y nosotras decíamos: confiemos que la movilización es siempre para este lado. Estos jóvenes son antineoliberales por más que sectores de Cambiemos voten el aborto legal. Eso es fantástico. Conocer a las Católicas por el Derecho a Decidir me pareció interesantísimo porque en algún momento la utopía del siglo XX pensaba que se iban a terminar las religiones y lo que vemos es lo contrario, porque la gente necesita de la espiritualidad, necesita de alguna trascendencia, de algo que explique que no todo depende de una misma. Y las utopías políticas no han sido las más convocantes y muchas veces las religiones cumplen este papel frente a la desesperanza, frente a la soledad, frente a lo individual. Y después por otro lado están las estrategias de dominación desde los Estados Unidos, y lo hemos visto particularmente en Brasil con las iglesias evangélicas electrónicas que fueron aliadas de la derecha fascista que representa Jair Bolsonaro, el neoliberalismo y estas religiones tienen una fuerte alianza. Entonces debemos trabajar con las disidencias en los pensamientos religiosos, cualquiera sea la religión, que no hay un pensamiento monolítico y único en torno a sexualidad, a familia, esto de entender las diversas familias. Las personas homosexuales, lesbianas, travestis, trans, son religiosas. Lohana Berkins (activista trans salteña) era profundamente católica, era adoradora de la virgen, ella iba a misa, y la iglesia las expulsa. La militancia desde esos sectores es muy interesante, yo digo que ahora hay que promover muchas evangélicas por el derecho a decidir.

¿Creés que desde la CTA pudieron ser punta de lanza para abrir ese debate a otras centrales sindicales?

Es una enorme alegría. La verdad que nosotras tenemos ahí un espacio de articulación intersindical de mujeres, donde hay mujeres sindicalistas y jóvenes, abrazamos el sindicalismo y también el feminismo. Esto ya no aparece como una contradicción, aparece como tensión, como una disputa en el seno de nuestras organizaciones con varones y con mujeres, pero ya es una causa de las trabajadoras. Gracias al movimiento Ni Una Menos, a salir a movilizarnos en la calle juntas, y al 8 de marzo donde se llamó al Paro Internacional de las Mujeres… eso nos interpeló, eso fue como un facilitador de debates, nos tensó, porque tensó en el sindicalismo la discusión de que el paro es una herramienta sindical. Y está muy bueno que el movimiento de las mujeres tome esta herramienta sindical porque además replantea algo que desde la mirada feminista y desde la economía feminista se plantea: “trabajo” no es nada más lo que dice el mercado, todo lo contrario, trabajo es la reproducción de la vida, es la tarea de cuidado, es toda esta agenda, todo este trabajo que hacemos las mujeres siempre, que no se reconoce y que impacta en las desigualdades, que persisten, que son mundiales, porque es sistémica. Ahí es donde decimos que se realimentan capitalismo y patriarcado, en torno a esta división. Entonces, para las mujeres sindicalistas, esta convocatoria al paro internacional de las mujeres nos permitió generar una cantidad de diálogos que hizo que empecemos a articular la presencia en la calle y dar un debate profundo porque es un debate por el trabajo, por cuál es la agenda, por cómo se abre también el horizonte de lo que se politiza en el mundo sindical, no sólo en la agenda de lo que debatís en tanto leyes y demás. Ahí con la Corriente Federal Sindical especialmente, pero después abriéndolo a la CTA autónoma y a la CGT, empezamos a estar en la calle juntas y a discutir una agenda política juntas. Es una articulación que hoy tiene a todas las centrales sindicales y también a las mujeres de la economía popular, la CNCT, la CTEP, movilizándonos juntas. Promovemos iniciativas en contra del proyecto del Ejecutivo que hablaba de brechas salariales, pero además dijimos "no sólo nos opongamos, construyamos una propuesta por la positiva", y venimos ganando. Posiblemente en marzo se trate un proyecto que tome gran parte de las propuestas. Tenemos una agenda politica juntas, sindical, que incluso es anterior a gran parte de la unidad que se realizó después en el movimiento sindical más amplio. Hay un recorrido entre las mujeres que nos veníamos reuniendo, un recorrido que después realizan los compañeros también, aparece la Corriente Federal de Trabajadores junto a la CTA, Hugo y Pablo Moyano, Ricardo Pignanelli, lo que después se conforma como el Frente Sindical para el Modelo Nacional (FRESIMONA) y bueno, las mujeres por ahí se hacen visibles acá en Buenos Aires, pero hay muchas intersindicales de mujeres en muchos lugares del país que se llaman de distinto modo, y todavía esto no ha tenido una articulación nacional. Nosotras aspiramos el año que viene poder hacer un gran encuentro nacional de mujeres trabajadoras que también dé una visibilidad y avanzar en una agenda común.

¿Creés que este camino que van desarrollando las mujeres en el campo sindical va a permitir que en un futuro haya mujeres conduciendo los gremios?

Esa es una aspiración clave. Nosotras necesitamos que las mujeres estemos en los lugares de decisión y en las cúpulas de los liderazgos. En el sindicalismo una secretaría general es un programa. Más mujeres secretarias generales, más mujeres en todo tipo de secretarías que trascienden los estereotipos de género. Necesitamos secretarias gremiales, secretarias de organización, de prensa, de comunicaciones internacionales, que son secretarías potentes en el mundo del sindicalismo, y muchas secretarias generales, esa es la aspiración. A mi me parece que hay un sindicalismo joven, de mujeres y varones, que son afines a esta agenda. Hay una renovación sindical. que por ahí nos cuesta que se vea, porque lo que se ve es lo que sale en la televisión. Ahí salen las tres o cuatro caras visibles, pero la verdad es que en el sindicalismo pasa mucho más que todo eso, y tenés una dirigencia de 10 o 15 mil dirigentes sindicales a nivel país, donde allí los sindicatos vienen cumpliendo el cupo, donde damos el debate de cómo construimos el camino de la paridad, entendiendo que tiene que ver con la representación de lo que es el propio mundo de ese trabajo, pero que ese camino de la paridad debe estar acompañado de estar en los lugares de decisión. Todavía hay una idea de que el poder sindical de las mujeres es como un poder… un poco prestado. No quiero ser dura con lo que digo, pero hay como algo de que… bueno, estamos, pero es una voz como de recién llegada, cuando en realidad trabajamos toda la vida. Cuando mirás la historia del sindicalismo en la Argentina, desde que nace el sindicalismo hay mujeres dirigentes, había uniones feministas de mujeres trabajadoras, la primera UGT en 1903 tuvo a una mujer, Cecilia Baldovino, en su conducción. Tenemos que reescribir esta historia de las mujeres líderes, las hubo en los 60, en los 70. Un 30% de las desaparecidas son mujeres, muchas de cuerpos de delegadas, lugares privilegiados, donde la represión golpeó, porque en el movimiento sindical vinieron a golpear también claramente para imponer un modelo neoliberal. Ahí empezó el modelo en esta primera fase del terror y ahí había muchas mujeres porque había muchas mujeres en los cuerpos de delegadas, en las juntas internas, por esta característica que tiene el sindicalismo. Estamos haciendo algo que claramente es contracultural pero fíjense que no es una lucha sólo de las mujeres, por más que en la política ya se han votado leyes de paridad, por más que hemos tenido a una mujer electa y reelecta en la presidencia de la Nación. Primeras figuras políticas no sólo en el oficialismo, también en la oposición. La alianza del gobierno tiene mujeres como la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, que está en las antípodas de lo que yo creo como modelo y como proyecto, porque ella vende el contra-modelo de lo que una piensa. Sin embargo las mesas de decisión política siguen siendo chiquitas y masculinas. Miremos la comisión de acción política del Partido Justicialista, ahí hay mujeres que para mí son valiosas, referentes. Está Verónica Magario, está Cristina Álvarez Rodríguez, pero hay veinte varones y dos mujeres, totalmente desproporcionado. Entonces todavía las mesas de decisión política siguen siendo masculinas, entonces hay un camino a seguir transitando en torno a la igualdad, no se terminó. Y la enorme alegría y diferencia con los 90, donde el tema de género era un lugar para las que no tenían otro lado… había alguna parte de la militancia que decía "esto como que ya está, hay cupo, hay ley de salud reproductiva, esto ya está". Yo creo que la gran diferencia es que ahora las más jóvenes son muy conscientes de todo el camino que todavía hay que transitar para que no haya discriminación, entonces ponen en agenda temas como el acoso callejero, la violencia. Las mujeres tenemos que seguir conviviendo con planos muy grandes de violencia simbólica, además porque el machismo tiene una profunda violencia simbólica, y a mí todavía la verdad que me asombra, que las pibas pueden verlo y ponerlo en debate. Esto no pasaba, nos miraban raro a las que lo decíamos cuando yo era adolescente o un poco más grande, entonces eso me parece que es un cambio. Y el otro fenómeno que muestra este cambio es que lo están repensando los varones, entonces estos espacios de reflexión para deconstruir, reflexión de las nuevas masculinidades, ahí es también hay clarísima señal porque ya no somos nosotras. Esta transformación la tenemos que producir en conjunto, y ahí hay algo que además nosotras venimos repensando hace mucho: la construcción de la subjetividad femenina, cómo somos, cómo nos hacemos mujeres en esta sociedad, cuánto es mandato, cuánto lo podemos romper, y los varones tienen que hacer lo mismo y ahí no hay reemplazo.

¿Cómo estás viendo la articulación del movimiento obrero junto a las organizaciones sociales ante las políticas de ajuste del gobierno y de cara a las elecciones 2019?

Desde que asumió la Alianza y empiezan las derechas a gobernar la Argentina, hay un papel claramente presente de oposición en el sindicalismo, el feminismo y los movimientos sociales. La política empieza a quedar un poco relegada, desorientada, dividida, un poco la secuela de perder electoralmente trae algo de esto. Rápidamente hay una capacidad de movilización, de confrontación. Yo creo que no estamos peor gracias a que se pudo confrontar con mucho de lo brutal de este modelo de saqueo. No es peor la pérdida del poder adquisitivo porque hubo un sindicalismo que estuvo peleando por la paritaria, perforando el techo que nos querían poner todo el tiempo. Y este sindicalismo y estas organizaciones que han dado la pelea también se colocan hoy en el debate de la rearticulación de lo político. Y así como se está reconfigurando una nueva articulación sindical, se está planteando cómo esta articulación interpela y participa en el debate de cómo se construye unidad política para hacer una alternativa electoral. Esto se está dando como fenómeno, y de hecho lo estamos viendo por el lado sindical, en el Frente Sindical para el Modelo Nacional, donde nosotras como CTA participamos del debate. Pero por el lado de la política, en el peronismo en el sentido amplio de una confluencia que además llama a su mesa de acción política al sindicalismo, la reconfiguración de un espacio como el Frente Patria Grande, que son espacios que ni siquiera estuvieron confluyendo juntos electoralmente y dicen "vamos juntos en un proceso de unidad". Y el peronismo empieza a desprenderse de lo que era el Frente Renovador o espacios del Peronismo Federal. Hay una parte de esa dirigencia que empieza a decir: “bueno, hay que venir también a confluir en este espacio, luego veremos si vamos a una gran PASO, si vamos a un mecanismo democrático para dirimir las candidaturas, pero hay que tomar el desafío del ahora que es construir unidad política”. Y esta unidad política no puede eludir a quienes estuvieron dando todo el día la pelea en la calle en este tiempo. La agenda sindical y la agenda feminista son agendas ineludibles a la hora de definir quién, de qué modo y con qué propuestas se va a enfrentar en una contienda electoral a Cambiemos.


¿Cómo analizás la situación actual de la CGT y su conducción?

Yo creo que la CGT ha cambiado. Ya no es más un triunvirato porque Juan Carlos Schmid se fue, pero además el propio Héctor Daer está mucho más cerca de venir a un acuerdo acá. Hoy la CGT está absolutamente vaciada del acuerdo de unidad que construyó aquel triunvirato. Te diría que se construye en dos grandes sectores: uno colaboracionista que está en diálogo y que se conforma muy rápidamente con 5 mil promesas de colores, y un sindicalismo que está luchando, combativo, y articulándose en esa lucha no sólo en la calle sino en la propuesta. Y ahí estamos las mujeres sindicalistas, venimos también construyendo un camino de unidad y de iniciativa política. Entonces me parece que esa es la gran división que hay hoy en el sindicalismo. Yo creo que esa unidad de acción, que se viene construyendo en unidad de línea política, va a ir reconfigurando unidad orgánica también.

¿Imaginás en un futuro a una CGT combativa donde la CTA pueda confluir para robustecerse en una única central obrera?

Nosotros tenemos decidido por Congreso ir hacia una unidad, incluso si es yendo hacia la CGT. Lo venimos discutiendo y es una decisión, Hugo Yasky lo ha planteado en múltiples situaciones. Queremos ir hacia una unidad orgánica que tenga que ver con una central que esté junto a un proyecto nacional, popular, latinoamericano, democrático y feminista. Cristina Fernández de Kirchner lo sintetizó, y agregamos lo latinoamericano que nos parece otra clave fundamental. Porque tenés que pensarte desde la integración, profundizar la integración con gobiernos, con las principales fuerzas políticas de resistencia de los países latinoamericanos, la alianza sur-sur es una alianza que se tiene que mirar y en ese camino hay que pensar al movimiento. En Argentina tiene mucho peso el movimiento sindical, en otros países por ahí lo ha perdido. Hay muchos movimientos sociales, se tiene que pensar esa unidad popular en una unidad que requiere, sin duda y pensando en balances de por qué se produjeron derrotas, la construcción de poder popular. Necesitamos que se fortalezcan las organizaciones que construyen poder popular para poder dar las batallas más estratégicas, porque el poder concentrado hoy es brutal, el poder financiero global y además el poder de las empresas que tienen mucho más poder que varios Estados. Lo que tenés que confrontar es muy fuerte. Cómo consolidar ese poder y cómo das los debates, que son debates que se dan en el cara a cara, con tu compañero de trabajo, con el vecino, hay que volver a esa territorialidad más de base. La disputa que nos da el neoliberalismo, la más de fond,o es de sentido común, porque construyen ese gran relato que te hace votar contra tus intereses, te gana la cabeza para que aspires a algo que te destruye, que viene en camino de destruir nuestra civilización directamente. ¿Nosotras qué tenemos como pueblo? La política y la organización. Entonces ahí hay que revalorizarla muy fuerte y volver a esta idea. Ahí me parece que entre el proyecto político, pensar en poder ganar de nuevo, que podemos volver a ser gobierno con un proyecto popular, y que ese gobierno va a tener que alentar con mucha más fuerza a las organizaciones. Las organizaciones tienen que tener contacto con lo que le pasa al de carne y hueso, al de nombre y apellido, con el que hay que discutir todos los días. A vos te cuesta pagar la luz, o tu jubilación no es la que te corresponde, entonces tenemos que poder debatir por qué pasa eso o si tenemos que postergar tal cuestión. Estamos releyendo en el seminario de Peronismo y Feminismo la conformación que hizo Evita del Partido Peronista Femenino, y allí vimos cómo apoyan al segundo gobierno de Perón de modo muy fuerte porque dicen "el segundo plan quinquenal necesita reducir el nivel de consumo para poder exportar más y mejorar la balanza comercial" y se apoya fundamentalmente en las mujeres, ¿Y cómo se discutía esto? ¿Cómo se transmitía? Con las unidades básicas que estaban a la cabeza y se discutía con las vecinas que iban a comprar, y hacían la lista de de consumo y todas las semanas se reunían en la unidad básica a charlar porque eso era importante y porque eso sostenía el plan de gobierno. Entonces, la correlación entre la casa como lugar donde también se producía y (ahora la mirada feminista del sindicalismo dice trabajo no es nada más lo que está en la producción, los hogares producen riqueza) y había una polea de transmisión. Yo creo que tenemos que volver a las formas más clásicas de organización, porque frente a lo mediático que te apabulla, no va a ser nuestro el poder de los medios, entonces ¿cómo lo hacemos?, no sólo con medios alternativos sino con las formas más clásicas de organización, con el boca a boca, el cara a cara, el club del barrio, la biblioteca, la básica.

Como integrante de la Coordinadora por la Liberación de Milagro Sala, ¿Creés que su encarcelamiento está relacionado a ese empoderamiento popular al que te referís?

Claramente, Milagro cumple todos los requisitos: es mujer, indígena, líder social, líder sindical. Ella fue fundadora de la CTA en Jujuy, entonces tenía todos los números comprados que este proyecto necesitaba. Es la primera presa política por la cuestión indígena. Después aparece el argumento de los mapuches en el sur, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel. El gobierno la necesitaba presa. Este modelo vuelve al modelo agro exportador y extractivista. El litio es el negocio de Gerardo Morales, y la escribana con la que se está casando es escribana de una de las empresas de litio. Ese es el casamiento, ese es el poder. La alianza que salió a gobernar necesitaba a Milagro Sala presa. Está clarísimo por qué está presa: construyó viviendas, le dio dignidad al pueblo, construyó la identidad indígena. Rita Segato lo sintetiza bien cuando dice que "Milagro Sala es el trofeo que Morales le entrega al criollaje jujeño, un criollaje que además es profundamente racista, que quiere borrarse sus rasgos identitarios étnicos”. Ese modelo de poder racista la necesita presa a Milagro Sala.

¿Pensás que el campo nacional y popular puede volver a gobernar en Argentina en 2019?

Estoy esperanzada en que eso sea así. Necesitamos poner en juego la generosidad y la inteligencia política. Tenemos las fuerzas para hacerlo, tanto políticas como sociales, entonces necesitamos mucha generosidad de la dirigencia política. Me gustó la imagen que dijo un dirigente sindical: tenemos que construir unidad hasta que duela. Y eso supone resignar intereses personales, resignar gustos y disgustos, tragarse sapos. Pero hay que hacerlo porque hay un desafío gigantesco que además es un desafío de vida, porque van a arrasar. El neoliberalismo mata en el sentido más amplio, te empobrece tu vida, te quita recursos, hipoteca el futuro, hipoteca los recursos naturales. Es tremendo lo que están haciendo con la población adulta mayor, entristece. Es un proyecto de tristeza, exactamente lo contrario de lo que nos dijeron. Eso es lo que está en juego y eso nos demanda de una enorme capacidad, de una enorme voluntad política de la dirigencia de ponerse a la altura de ese desafío. Yo soy optimista, una obcecada optimista y espero que se dé esta gran unidad del campo popular, y que tenga como un protagonista de esa unidad al movimiento sindical en lucha.

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