07/01/2020

Evo Morales Ayma, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia

“Una última encuesta en mi país dice que aun sin candidato seguimos siendo primeros”

Luego de varios intentos frustrados para entrevistar a Evo Morales, sorpresivamente el jefe de prensa del presidente boliviano nos citó en una oficina de la calle Chile en el barrio porteño de San Telmo. Aunque con poco tiempo dada su cargada agenda, pudimos hablar finalmente con el histórico dirigente del MAS quien afirma que lo sucedido en su país en los últimos meses es el resultado de “la lucha de clases” y que el MAS sigue al frente de todas las encuestas.

El 10 de noviembre de 2019, en medio de una crisis política provocada en gran medida con la anuencia de las agencias de inteligencia norteamericanas, los jefes policiales y el general Williams Kaliman, hoy viviendo en los Estados Unidos y por ese entonces comandante en jefe del de las Fuerzas Armadas Bolivianas, le solicitaron públicamente la renuncia al presidente Evo Morales Ayma. Dos días después, cercado y amenazado junto a otros dirigentes y familiares, logra dejar su país, luego de una odisea en la que estaba en juego su propia vida, en dirección a México, donde el gobierno encabezado por López Obrador le concede el asilo. Por fin, Alberto Fernández, el nuevo presidente de la Argentina, decide también otorgarle asilo en nuestro país, aunque ahora en calidad de refugiado. Esta condición le permite a Evo Morales reorganizar su movimiento político y colaborar en la resistencia democrática a los golpistas, a solo un paso de los 742 kilómetros de frontera que separan a los dos países.

¿Cuál es la relación que hoy existe entre el movimiento obrero boliviano y las organizaciones sociales con el gobierno autoproclamado de Jeanine Añez? ¿Existe algún tipo de dialogo?

Bueno, con el movimiento indígena y con el movimiento al socialismo casi nada de relaciones, peor todavía cuando supuestamente se trata de un gobierno de transición… Ahora empiezan a cambiar políticas económicas, programas sociales, eliminar la inversión social… Hay una profunda diferencia… El sector obrero también lo padece. Empezó, producto de la persecución, a estar asustado, nos hemos asustado. Yo estoy seguro que después de enero, febrero y marzo sin incremento salarial (Añez dijo que no va a haber incremento salarial), distintos sectores sociales se van a dar cuenta que este no es como el gobierno que hicimos nosotros. Hasta ahora, nos dicen los representantes de Derechos Humanos, hay alrededor de 88 muertos, y no hay ninguna atención por parte del gobierno. Esta mañana estaba reunido con familiares de Senkata (N. de la R.: Conocida como la Masacre de Senkata, esta localidad de El Alto fue escenario el 19 de noviembre de 2019 de una de las represiones más feroces del ejército y la policía bolivianos que dejaron un saldo "oficial" de 9 muertos) para ver cómo podemos ayudar, como podemos trabajar conjuntamente para que por lo menos los heridos sean atendidos. No hay ninguna voluntad. Algo quiero que sepan. Antes de ayer me dijeron mis compañeros: cuando los heridos han sido trasladados al hospital, algunos médicos, algunos fiscales se han trasladado de hospital en hospital para decir “ustedes son terroristas, vamos a procesarlos”. Y algunos por el miedo abandonaron el hospital para no ser procesados. Hay un decreto que sacó el gobierno supuestamente para indemnizar pero que en realidad dice “te vamos a dar, te vamos a pagar 7 mil dólares”. Para la derecha, la vida de un indígena cuesta ¡7 mil dólares! A cambio de que no denuncie internacionalmente al gobierno y no sea procesado. Y ayer me comentaron que en un túnel en Cochabamba, estaba pasando la marcha, los han encerrado, los gasearon, los pusieron de rodillas, y les hacían besar las botas de los soldados. Racismo, racismo, racismo… Pero esto no va a durar, estamos convencidos. Espero que el pueblo se levante contra esta clase de políticas.

La situación de la COB (Central Obrera Boliviana) fue fluctuante a lo largo de este proceso, tanto antes como después, ¿a qué se debe?

Mmm... El movimiento indígena declaró movilización permanente con bloqueo de caminos. Si la COB se sumaba con huelga general indefinida derrotábamos al golpismo.

A diferencia de otros golpes que hubo recientemente en América Latina, lo que pasó en su país tiene más cercanía con lo que ocurría en las décadas del ‘60 y ‘70 en nuestro continente. ¿Por qué el ejército, que semanas antes incluso había expresado lealtad con su gobierno, termina jugando este papel?

Yo siento que es la lucha de clases, o es mucha plata. Pero más me inclino en que es la lucha de clases… Evidentemente el comandante de las fuerzas armadas, el general Kaliman, en su aniversario el 7 de agosto, dijo “somos antiimperialistas”. Yo no he pedido nunca que diga eso. Pero cuando los grupos violentos nacen de las clases dominantes, siento que se suman la policía y los paramilitares. No lo puedo entender. Y trato de entender cómo ganar seguridad si están consolidándose los paramilitares en Cochabamba, en La Paz, en Santa Cruz... Eso debe ser, en parte, debatido internamente. Pero si ganamos, personalmente quiero tener un pequeño movimiento para debatir, que vengan los motoqueros, los movimientos sociales a debatir, somos una familia, además con los resultados… Debatir qué les hemos quitado en nuestro gobierno. Bolivia pasó del racismo al fascismo y del fascismo al golpismo. Eso es lo que hemos vivido y estamos viviendo.

Para las elecciones, el tribunal electoral habilitó la participación del MAS. Sin embargo, ¿participar de ese proceso electoral en algún punto no es reconocer el gobierno de Añez?

Para nosotros hay que participar. Es ahí donde se van a dirimir esas diferencias ideológicas, programáticas hasta sociales y culturales… En esas elecciones el tema es que se garanticen elecciones libres y transparentes y para eso tienen que acabar con asilados, con refugiados, con perseguidos, procesados por terrorismo de sedición, etcétera.

El MAS es favorito en las elecciones…

Anoche hemos escuchado una última encuesta: sin candidato, seguimos siendo primeros. Entonces el pueblo tiene una excelente reacción sobre nuestro movimiento político, estamos por ganar las elecciones.

Candidato… Candidata… No está definido todavía, ¿no?

Esperen al día 19 en el BAUEN, aquí en Argentina.

 


Crónica de un golpe anunciado

El golpe de Estado en Bolivia no se produjo de un día para otro. Previo a las elecciones del 20 de octubre pasado, importantes sectores de la derecha venían articulando un plan que iba a precipitarse con altos niveles de violencia durante las semanas posteriores. La misma noche en que cerraban los comicios, con un 84% de los votos escrutados y a la espera del voto rural que iba a darle un triunfo contundente a Evo Morales, la oposición en cabeza del ex presidente Carlos Mesa y en sintonía con ciertos observadores internacionales empezaban a blandir el fantasma del fraude.

El día posterior el Tribunal Supremo de Justicia con casi el 96% de los votos contabilizados arrojaba las cifras que le daban un triunfo casi asegurado al presidente del “proceso de cambio”. vaticinando un periodo más del gobierno que introdujo las transformaciones más significativas de la historia de ese país en materia social, política, y cultural. Victoria que se confirmó a los pocos días con el total de los votos contabilizados y un resultado final de un 47.08% para Evo Morales frente a un 36.51% para Carlos Mesa.

Sin embargo las declaraciones del uruguayo Luis Almagro, secretario general de la OEA, los EEUU, Colombia y Argentina se sumaron al pedido de balotaje que reclamaba la oposición, al tiempo que los sectores radicalizados de la derecha boliviana con unidades policiales como aliados extendieron motines y enfrentamientos en un claro proceso de desestabilización. Tanto fue así que la convocatoria a nuevas elecciones anunciada por el propio Morales cayeron en saco roto ante el avance de la presión internacional y la crisis interna desatada.

La derecha boliviana, con el protagonismo de Luis Camacho, un empresario cruceño ungido por la fuerza de una Biblia que invocaba con fuerte contenido racista, emprendió una “cruzada” golpista alentando protestas violentas de todo tipo, en varias regiones del país. Fue provocando así innumerables incidentes que fueron ganando la simpatía de unas Fuerzas Armadas poco leales al proyecto político que durante 13 años puso a Bolivia entre los países de la región con mayor crecimiento económico sostenido.

Lo que sigue es bien sabido. Sin el apoyo de las Fuerzas Armadas, y una posición fluctuante de la Central Obrera Boliviana, que “si se sumaba con huelga general indefinida derrotábamos al golpismo”, el presidente legítimo del Estado Plurinacional quedó aislado junto al movimiento indigenista y múltiples organizaciones sociales pero sin peso suficiente para resistir el embate.

Cafecito