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Habiendo alcanzado su máximo histórico de afiliaciones, el sindicato vasco Langile Abertzaleen Batzordeak (LAB) cumplió 50 años el 8 de abril. Surgido bajo la dictadura de Francisco Franco en el Estado español, se gestó inicialmente como una “organización de masas” clandestina que luchaba por la independencia de Euskal Herría.
Con el correr de los años fueron ampliando su inserción en el movimiento obrero, constituyéndose en el “único sindicato nacional” organizado en los siete territorios vascos, tanto los que se encuentran del lado español como del francés.
Asimismo, fueron ampliando la perspectiva, incorporando una mirada feminista y eco-socialista. Incluso, en el Congreso del año 2017 realizaron un cambio de paradigma, señalando la principal contradicción ya no entre el capital y el trabajo, si no entre el capital y la vida.
Koldo Sáenz De Benito, licenciado en Historia por la Universidad Pública Vasca (EHU/UPV) y responsable de Relaciones Internacionales de LAB, reconstruye en esta entrevista ese recorrido histórico y analiza las perspectivas que se abren para la organización. Asimismo, desde su definición de sindicato “autónomo pero no neutral”, no esquiva la pregunta y sienta posición de cara a las próximas elecciones del 21 de abril para el parlamento vasco en el Estado español, en las que la izquierda independentista puede lograr, por primera vez, ser la primera fuerza electoral.
- LAB acaba de cumplir 50 años de historia, atravesando etapas políticas y sociales muy diferentes ¿con qué objetivos se fundó la organización y cuáles se fueron incorporando a lo largo de los años?
- LAB nació en 1974, en plena dictadura y por lo tanto en la clandestinidad. No hay que olvidar que Franco murió en la cama el 20 de noviembre de 1975. El sindicato surge de la necesidad del movimiento de liberación nacional vasco de tener una herramienta sindical propia, que luche desde el sindicalismo por la construcción de una república vasca independiente y socialista.
En la década de los 70 está en pleno auge el movimiento de lucha contra el franquismo en Euskal Herria, y la clase trabajadora se organiza en las empresas jugando un papel fundamental en la lucha contra la dictadura. Surge así la necesidad de una organización de masas, que luche por la emancipación nacional y social desde una perspectiva socialista. Como resultado, se crearon en un primer momento las Comisiones Obreras Abertzales (COA).
En el otoño de 1974, y dentro de un proceso de lógica evolución de las COA, nace Langile Abertzaleen Batzordeak (LAB). En sus principios fundamentales LAB se definió como “organización de masas de un pueblo oprimido nacionalmente, que pretende la liberación de la clase obrera vasca, englobando a todos los que admitan la independencia”.
El sindicato surge como una expresión pequeña que a lo largo del tiempo no ha parado de crecer, a pesar de los obstáculos y la represión sufrida durante muchos años. La organización no ha parado de reflexionar y de renovarse incorporando a su práctica un sindicalismo feminista, antirracista e internacionalista. Hoy en día LAB está en topes históricos de afiliación y representación, llegando a este 50° aniversario superando la cifra de los 50.000 afiliados y afiliadas.
- ¿En qué sectores y actividades laborales tienen representación como organización sindical?
- LAB es un sindicato confederal que se organiza por federaciones y comarcas. Tenemos tres federaciones: Federación de servicios públicos, Federación de servicios privados y Federación de industria, que es la que históricamente ha tenido más peso en el sindicato, aunque eso también ha cambiado mucho. En el congreso de 2017, LAB realizó un cambio de paradigma, evolucionando de la contradicción capital/trabajo a la contradicción capital/vida y abrazamos el eco-socialismo, pusimos en funcionamiento el área de acción social para luchar también las condiciones de vida de la clase trabajadora desde una perspectiva sindical.
Tenemos representación en todos los sectores productivos y no productivos, y en algunos de ellos somos la fuerza sindical más representativa. También somos el único sindicato vasco que ha organizado a las trabajadoras del hogar y hoy en día tenemos encendida la lucha por unas condiciones de trabajo dignas. Creo importante reseñar también que estamos creciendo y mucho en el sector agrario en donde casi somos la primera fuerza sindical en Navarra y en la cual hemos llevado a cabo huelgas y victorias importantes.
Para acabar, es importante señalar, que LAB es el único sindicato nacional vasco, ya que estamos organizados en los siete territorios vascos. El País Vasco está oficialmente dividido en dos Estados [el Estado español y el francés] y tres administraciones territoriales diferenciadas, y LAB está organizado en todos ellos.
- ¿Qué mirada tienen sobre la situación económica actual y su impacto en la clase trabajadora?
- Vivimos en un contexto extremadamente complicado. Las diferentes crisis que han golpeado al mundo desde hace unas décadas están alterando sobremanera la fotografía global del mismo. Durante el siglo XXI estamos asistiendo al intervencionismo militar de EE.UU. y sus aliados, la crisis financiera del 2008, la crisis de los cuidados agudizada por la pandemia, y finalmente el conflicto en Ucrania y sus consecuencias económicas.
Todo esto, incide de manera directa en la evolución económica de Europa. Europa ya había marcado el horizonte a seguir con los Fondos Europeos. Fondos para satisfacer las necesidades de las empresas transnacionales, una manera de trasvase de dinero público a manos privadas en nombre de la transición energética y digital. Pero los acontecimientos y los intereses geopolíticos están condicionando esta hoja de ruta.
Las previsiones económicas han empeorado, siempre hay algún factor externo con el que se intenta justificar está evolución negativa, el Brexit, el Covid, la guerra de Ucrania, ahora Palestina pero en realidad Europa es un proyecto fallido socialmente. Un proyecto al servicio de los Estados, un proyecto al servicio de las élites económicas.
Es la clase trabajadora la que padece las consecuencias negativas de estas políticas, en forma de carestía de la vida, de debilitamiento de los servicios públicos, de una precarización que se extiende y un aumento del empobrecimiento, de una precarización que se extiende y un aumento del empobrecimiento.
- La lucha sindical suele tener un carácter primordialmente corporativo, de defensa de los intereses inmediatos de los trabajadores (salarios, condiciones laborales, etc.). Sin embargo ustedes han adoptado una perspectiva política muy clara ¿Cómo se conjugan las luchas reivindicativas en los espacios de trabajo con la lucha independentista?
- Desde su nacimiento, el sindicato LAB es un sindicato de un profundo carácter socio-político, que desde la autonomía sindical, la cual no quiere decir neutralidad, pretende influir en los cambios políticos y sociales del país. Somos un sindicato independentista, socialista, feminista e internacionalista que abraza el eco-socialismo y avanza hacia una práctica sindical antiracista.
Somos un sindicato que, desde la humildad, pretendemos aportar una renovación al movimiento sindical. Apostamos por una alternativa ecosocialista y feminista que anteponga el sostenimiento de la vida de las personas y el planeta por encima del beneficio del Capital. Denunciamos el “capitalismo verde” y demandamos una transición ecosocial justa. Impulsamos el control público sobre la economía y unos servicios públicos fuertes.
Por otro lado luchamos por el reconocimiento de todos los trabajos, especialmente los cuidados como fuente de riqueza y abogando por su reparto, dignificación y publificación. LAB aboga por el triple reparto: reparto del empleo, de los cuidados y de la riqueza. Desarrollamos una agenda sindical que vaya más allá de los salarios: lucha contra la precariedad y contra la brecha salarial entre hombres y mujeres, por la reducción de la jornada laboral, por la defensa de la salud de los y las trabajadoras, por los derechos lingüísticos en el trabajo.
Hemos acercado el sindicato a los sectores que tradicionalmente no se han podido sindicalizar, como por ejemplo las trabajadoras del hogar o a los nuevos sectores sin contrato de trabajo (riders, falsos autónomos), realizando una renovación teórica y práctica para hacer frente a fenómenos como la individualización de las relaciones laborales, la digitalización o el teletrabajo.
Apostamos no sólo por la paridad de género (conseguida ya en el 2008) sino también por la transformación feminista del modelo organizativo, la acción sindical y las propuestas políticas.
Finalmente, estamos transformando LAB en un sindicato antirracista. Hemos creado la Secretaría Antirracista y desarrollado un Plan Integral para organizar y dar centralidad a las necesidades y reivindicaciones de las y los trabajadores migrantes.
No son tiempos de colaboración, ni de concertación. El sindicalismo de concertación social ha fracasado. Los sindicatos, debemos tener una posición muy clara a favor de un sindicalismo de contrapoder. Impulsando luchas sindicales y sociales, en sectores, en empresas. Un sindicalismo que vaya a mejorar la correlación de fuerzas a favor de las y los trabajadores.
Todo esto que propugnamos, requiere un cambio político profundo y una soberanía que nos permitan decidir en nuestro país, nuestras políticas económicas y sociales. En este sentido, el régimen nacido de la transición española, es un dique de contención que nos impide avanzar hacia un profundo cambio social. La falta de soberanía supone que sean Madrid y París quienes decidan estas políticas y solo teniendo herramientas de Estado podemos afrontar estos retos.
- La izquierda abertzale se ha consolidado en los últimos años, e incluso ha tenido un importante crecimiento a nivel electoral ¿Como ha repercutido esto a nivel sindical? ¿Hay una retroalimentación entre el crecimiento de la izquierda independentista a nivel político y la organización de los trabajadores?
- Es evidente que el nuevo escenario político abierto en el país y el reforzamiento de la izquierda independentista crea unas nuevas condiciones, pero también es verdad que el sindicalismo soberanista y de clase ya era mayoritario antes de todo esto. Aquí siempre ha habido unas condiciones políticas, sociales y sindicales diferentes al resto del Estado que nos permiten marcar una agenda propia como país.
LAB llega a máximos históricos en afiliación y representación sindical, que sobre todo se da gracias al incansable trabajo de décadas de su militancia y sobre todo gracias a la capacidad de tener una mirada estratégica más allá del corto plazo.
- ¿Cómo ven las próximas elecciones para el parlamento vasco? ¿Qué importancia tiene para la clase trabajadora?
- Como todo el país se ven con expectación, ya que hay una posibilidad real de que el independentismo de izquierda sea primera fuerza por primera vez en la historia, lo cual supondría de facto el inicio de una fase totalmente distinta.
Tal y como he dicho, LAB es un sindicato políticamente autónomo pero no neutral, por lo tanto llamamos a la clase trabajadora a posibilitar un cambio en el país. A esto hay que sumarle que el independentismo de izquierda es cada vez más fuerte en Navarra y el País Vasco norte, ostentando importantes alcaldías como la de la capital vasca de Iruñea y teniendo un poder institucional histórico.
Ante esto, nuestro deber como sindicato es reivindicar que la agenda social esté en el centro del proceso de cambio político en el país, para que el cambio suponga también mejoras en las condiciones de trabajo y de vida de la clase trabajadora.