24/05/2019

Esteban “Gringo” Castro, secretario general de la CTEP

“Los últimos de la fila hoy son las mujeres, los pibes, los abuelos y las personas trans”

Entrevistamos a Esteban "el gringo" Castro, secretario general de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), quien remarcó en el extenso diálogo su condición de peronista, cristiano e incansable militante del campo popular.

Crecer en dictadura y salir a la vida con la recuperación democrática parece haberlo marcado a fuego. “Cuando murió Perón yo tenía 8 años, cuando llegan los militares 10 y hasta los 17 vivo en dictadura. Hubo una transmisión casi clandestina del peronismo desde mis viejos y de todos los veteranos que me habían contado lo que había sido. Así, desde que tengo uso de razón, digo que soy peronista”. El regreso de la democracia muestra su lado B y el Gringo no se tapa los ojos ante las consecuencias de la dictadura cívico-militar: “empiezo a ver pibes durmiendo en la calle, viviendo en la calle y eso me rompe la cabeza porque no lo tenía como registro. Claro, los pibes habían estado guardados en distintos orfanatos, muy violentados, muy castigados, y eso es el primer registro de profunda desigualdad”.

Proveniente de una familia de clase media-baja del conurbano bonaerense, fue su madre quien le transmitió la pasión por la política como una herramienta de transformación de la realidad: “una persona trascendental en mi formación humana”. Define a su padre como un metalúrgico machista, homofóbico, "pero venía y me saludaba todos los días con un beso. O sea, el amor de la familia estaba”. Laburó junto a su papá en la fábrica de muebles de oficina, de chapa, en lo que recuerda como “una Pyme peronista” que se terminó fundiendo ante las crisis sucesivas del país, en las cuales siempre priorizó pagarle bien a sus trabajadores. La hiperinflación durante los últimos meses del gobierno de Raúl Alfonsín terminó por desbarrancarlos: “Perdimos todo con la crisis del 88/89, terminamos en un tallercito laburando los dos solos. Yo me dedicaba al armado del mueble que era marcar, despuntar, doblar, lo dejaba preparado y mi viejo lo terminaba”. A partir de ese momento comenzó un nuevo capítulo en su vida como vendedor ambulante, casa por casa, mientras el gobierno de Carlos Menem estabilizaba la inflación a cambio de la entrega del patrimonio nacional, vía privatizaciones, generando como consecuencia un aumento exponencial de la exclusión social. En aquellos años conoce a su actual compañera Mariel, “una piba unos 10 años menor que yo de un barrio muy humilde de lal zona de Moreno”, y junto a ella comienzan una militancia que los lleva a la organización de centros culturales con apoyo escolar y comedores para los pibes y sus familias, tanto en el Barrio Ayelén como en el Barrio San Norberto. El “gringo” entiende esa forma de organización como una “construcción de comunidad enfrentada al narcotráfico y al hambre que genera el neoliberalismo”. Recuerda su niñez en las calles, jugando a la pelota con amigos, y a partir de allí encuentra claves para analizar y resignificar el presente: “A la clase media la metieron para adentro y a la clase baja la desguazaron, trataron de que las relaciones se hicieran pelota y ahí hay una resistencia notable”.

Esteban Castro, “el gringo”, hoy es un hombre de 52 años que está al frente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y le da mucho valor a la organización del feminismo comunitario y al movimiento trans en la estrategia de organización popular en los barrios, organización que entiende “muy parecida al cristianismo de los primeros tiempos, donde las mujeres ponen su patio, su casa, convencen a sus maridos, dándole de comer a pibes a los que les están salvando la vida gracias a ese trabajo”.

 

La revaloración que “el gringo” hace del movimiento trans puede encontrarse también en un acontecimiento familiar que lo sorprende y conmueve. Quien fuera su hermanita menor durante 40 años, vive en Canadá y hoy es su hermano porque “decidió ser un hombre trans, Yo tenía un montón de cosas que aprender y decidí ir a verla y charlar. Fue algo maravilloso porque el cambio biológico que se fue dando en ella, que pasa a ser él, y el cambio de género, que no sé hasta cómo llamarlo, que hoy le tengo que decir hermano y no hermana o queer*, pero además de eso, hubo un cambio ideológico en ese sentido porque está laburando como terapeuta con los más pobres y los más marginados en Canadá”.

El gringo Castro reflexiona sobre la identidad de género y las conquistas sociales a partir de la experiencia de quien hoy es su hermano: “Todo ese aprendizaje es un proceso que yo cuando empecé a militar o hace 15 años… no tenías esos problemas. Yo era un cabeza de tacho para discutir eso o el tema de la violencia en contra de la mujer. Es una cagada, está mal pero no hacíamos un carajo, lo teníamos naturalizado”.

“Los últimos de la fila hoy son las mujeres, los pibes, los abuelos y las personas trans, son lo más discriminados y Jesús hubiera estado con ellos. Creo que el movimiento obrero tiene que hacer eso, tiene que ir hacia ese lugar, discutir profundamente con los sectores más humildes. Eso ya es una cuestión ideológica, que otros te dicen que no, que es con el movimiento obrero, como fue con el Cordobazo. Eso no está saldado. Si no resuelven caminando las contradicciones no va a haber un salto cualitativo para un proceso revolucionario. Para nosotros la revolución es eso, peronismo. Para otros es otra cosa. Nosotros como país dependiente, colonizado, creemos que hay que hacer una revolución nacional de estas cosas”.

 

¿En qué contexto surge la CTEP?

Yo creo que en las discusiones. Y creo además que son discusiones que vienen desde la dictadura. No digo que yo haya sido parte de esas discusiones pero la dictadura vino, hizo el desmadre que hizo, los 30.000 desaparecidos, el miedo que generó, atacando fundamentalmente a la organización obrera de ese tiempo y contribuyendo para un nuevo diseño de país que era: concentración económica y expulsión de los trabajadores. Cuando se dieron cuenta que venían por ellos, por la misma dictadura y los grupos económicos que la financiaron, creo que es cuando deciden tomar Malvinas. Ya era tarde, el desarrollo de la estrategia Tatcher y Reagan avanzó y vino por ellos, y por supuesto por todos nosotros. Que vengan por los dictadores no me importaría mucho pero en realidad hubo un periodo más o menos de resistencia popular durante los primeros años de Alfonsín, después vinieron para el desguace. Imagino que el diseño que estaban elucubrando se impuso a partir de los ‘90 fuertemente. Tal es así que, con todo lo que el kirchnerismo aportó para mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo, quedaba el 35% “atado con alambre” digamos. Nosotros empezamos a plantear que eso era lo que faltaba, que el Movimiento Nacional tenía que discutir eso. Eso fue después de la muerte de Néstor (Kirchner) lamentablemente. Creo que ya con Néstor habían habido algunas discusiones o charlas con Emilio Pérsico donde se generaron las primeras cooperativas. Después aparece el plan “Argentina Trabaja” que fue medio un desmadre, tenía lo bueno y lo malo, es discutible, pero para discutir en otro momento, para evaluar qué hicimos bien y qué hicimos mal. Son discusiones eternas sobre cómo se construye organización y dijimos bueno, nuestro pueblo, la Argentina tiene la impronta del sindicalismo, de la organización obrera y además llegó a tener pleno empleo como no pasó en ningún lado de lo que se denominaba tercer mundo. La experiencia Argentina la han venido a estudiar intelectuales ingleses, norteamericanos, todos. Yo no soy un tipo “de estudio”, aclaro, pero siempre digo que aprendo mucho más en el debate que en la lectura. Pero si vos ves el proceso desde la lucha de los pueblos originarios, las montoneras federales, el anarquismo, vas viendo que es algo que si lo estudiás un poquito ha habido momentos de fusión de ideas (en lo religioso, sería el sincretismo). Todo eso está en la CTEP. Y además tenemos la izquierda popular, no tenemos mucho trotskismo aunque nosotros mismos nos trostkeamos.

¿Hay debate al interior de la CTEP?

Si. Nos pusimos bastante de acuerdo, pero en eso apareció Macri y un montón de discusiones no se siguieron dando. Yo soy partidario de la organización sindical, que eso tiene que tener fuerza. Organizamos un sindicato nosotros, con rama, porque creemos que hay que organizar. Estamos a favor de la organización sindical de este tiempo. Es un grado de organización más evolucionado que los sindicatos europeos desde mi punto de vista. Nosotros tenemos esa tendencia y después sale lo que sale. Ahora, cuando se desarrolla la organización popular, poder popular en serio. Por eso es tan importante defender la existencia de la CGT o de la CTA, las centrales. Nosotros nunca quisimos construir una nueva central, siempre lo tenemos que aclarar porque nos definimos como Confederación. Al principio era una confederación de cooperativas y quedó ese nombre. Se tendría que haber llamado STEP con S, de Sindicato… Pero más allá de eso, no teníamos forma legal de cómo expresarnos, así que dijimos, vamos a armar confederaciones de cooperativas. Pero si vos estudias los momentos claves que han quedado como un salto cualitativo del movimiento obrero, siempre fueron cuando pudo sumar pueblo a su pelea. Es decir, si vos vas y peleas por la tuya, capaz que ganás o perdés, depende el contexto, pero lo realmente transformador es cuando lográs que el barrio empiece a consustanciarse con tu pelea, cuando ya siente que es la pelea del barrio. Digo el barrio, viste que le quisieron sacar guita a los jubilados y fuimos todos, y ahí fue la clase media, ¿entendés? No es que era una lucha de los jubilados. En ese momento de diciembre de 2017 se le cayó el velo a este gobierno que parecía que no venía… hasta ahí parecía que no venía al saqueo, y a partir de ahí todo el mundo ya se dio cuenta. Si le vas a sacar la plata a los jubilados, ¿qué queda para el resto? Si vos estudias la huelga del ´36 hay un libro que habla de esa huelga, que fue la huelga de la construcción apoyada por conventillos, diez años antes del peronismo y el sindicalismo. Ahí logran -creo que gobernaba (Agustín Pedro) Justo, que era un facho total- meter en el Estado la creación de este Sindicato, que era al estilo europeo, de albañiles, plomeros, aparece el sindicato de la construcción. Es bueno para que lo estudiemos.

Cuando la pelea es individual, cuando no te acompaña el pueblo, no tenés los resultados que verdaderamente…

No, son peleas sindicales, que no están mal, eso se da aunque vos no quieras. Vos tenés que pelear, si estás organizado sindicalmente, vas a pelar por tu sector. Pero cuando se da la pelea en la que te va acompañando el pueblo, yo te digo, a nosotros, nos pasó con la Ley de emergencia social. Primero veníamos de ser los choriplaneros, los piqueteros, mugrientos, éramos lo peor: feos, sucios y malos. Empezamos con la movilización del 7 de Agosto del 2016, y fue decirle a los compañeros de CTA “che por qué no nos acompañan”. Eso fue un punto de inflexión, pero porque ahí había reivindicaciones propias de nuestro sector, había pueblo. Nosotros no somos solo la rama de tal cosa, somos barrios organizados. Yo siempre le digo a cualquier periodista que quiere correrme, ¿por qué no venís a ver el laburo que hacemos? y ahí se terminó la discusión: no viene nadie. Lo que veo en los canales de televisión, hasta en los más copados, son un montón de economistas hablando, y a los que por lo general no se les entiende un carajo. Pero hay una cosa, como de demanda de anda a saber quién, que si te explican las cuestiones de término económico, vos te quedas tranquilo. No hay lucha, no hay organización popular, no tiene nada que ver, hay un tipo que viene y te dice “mirá, sacá la plata de acá y le decís esto y el Fondo Monetario Internacional te va a decir: si, cómo no”. No se registra nunca la lucha. O la tenés por separado. Tenés a un economista hablando y tenés a un compañero del barrio hablándote del hambre que hay en el barrio. Pero de la organización popular no se discute. Eso a mí me pone de la nuca. Es lo que viví casi toda mi vida, toda mi vida de compromiso, no puedo creer cómo no podamos unir el debate en eso. Entonces, tanto el sindicalismo tradicional como nosotros hoy tenemos un problema, cuando en el 2016 hicimos toda una movida que fue apoyada por 200.000 personas acá en el Congreso ganamos la ley de emergencia social y fue una victoria un poquito más que reivindicativa, porque instalamos el salario social complementario, el registro de los trabajadores de la economía popular. Fue como empezar a institucionalizar a nuestro sector. Salieron voces, que a mí me dolieron mucho porque son tipos que yo respeto, diciendo que habíamos entregado, entregado por poco la lucha por eso. A los cuatro meses me estaban reprimiendo en Puente Pueyrredón. A mi jugarla de víctima es algo que tampoco me gusta pero nos reprimieron y logramos pasar. En esa etapa ganamos y le sacamos 30.000 millones de pesos, pero el velo del ajuste no se les cayó, se les cayó cuando muchos más que lo que éramos nosotros fuimos a pelear por los jubilados. Estas experiencias parecen que después no las seguimos profundizando, no seguimos discutiendo, cada uno tira para su lado, incluyéndonos a nosotros. Vamos, movilizamos por tal cosa, después va el otro sindicato y moviliza por otra cosa y estamos en un proceso de avance del proyecto antipopular. Entonces en un momento yo empecé a plantear que no alcanza, acá hay que hacer más política, es decir, no jugar la electoral, aunque todo el mundo tiene derecho a jugarla. Hacer más política, es decir, che ¿el proyecto de país cuál va a ser? Entonces por eso es importante recordar la historia y que la tendencia vaya para ese lugar. Es decir, nosotros, necesitamos discutir, por ejemplo, que hay que garantizar la comida a nuestro pueblo. ¿Por qué? Porque no es que nuestro pueblo se muere de hambre y eso después da un salto cualitativo de organización para que venga un gobierno popular. Nosotros tenemos que hacer un trabajo con los sectores de la burguesía, planteando: “acá hay un piso que no se puede mover que es al que se llegó con el kirchnerismo, que antes no había”. Desde mi punto de vista tampoco había soberanía alimentaria porque se fueron y los grupos económicos se cagaron en todo, les importó tres carajos si te morías de hambre, subieron los precios y lo tenés a Funes de Rioja diciendo que no puede respetar los precios, la Copal, más los grandes exportadores, que no dicen nada de toda la que se están llevando. Hay que formar, hay que generar debate profundo de por qué el tema del hambre no puede ser una discusión en Argentina. Entonces, de ahí para arriba. No vamos a discutir retenciones, eso lo tiene que discutir el gobierno, pero acá tienen que garantizar que no puede haber hambre en Argentina. Si producimos alimento para 400 millones y tenemos 20 millones que están con problemas de alimentación… Después habrá que discutir otras cosas, pero esto es el piso. Entonces ya nos permite, tanto a nosotros como al movimiento obrero empezar a discutir otra cosa. Otro problema es el trabajo.

 

¿Cómo analizás el rol de la CGT en estos años de gestión macrista?

 

La CGT primero no hizo síntesis. Había tres, al igual que en el movimiento popular no hicimos síntesis. Tenemos tres, tres no, muchos más, pero digamos que era el triunvirato, y después se fue ampliando. Y lo de la síntesis tiene que ver también con el cambio del modo de producción, era mucho más fácil hacer síntesis cuando vos tenías cinco mil trabajadores en una empresa, entonces la comisión interna representaba a cinco mil trabajadores y entonces sintetizaba. Hoy tenés dispersión por todos lados y la síntesis es mucho más compleja. Entonces ya partimos desde un punto en el que hay que debatir y discutir de otra manera, algunos dicen generar consenso, bueno. Esa palabra está muy utilizada, pero hay que discutir otra cosa. Lo que te pone más o menos de acuerdo es esta discusión de proyecto de país. Si lo escuchás al Gringo Amichetti te va a decir “un programa como se planteaba en los setenta, un programa que nos una”. Más o menos es lo mismo. Ahora, al no haber síntesis, ¿quién es el que encabeza?, siempre está ese debate. Bueno, a ver, confiamos en que esas cosas, se van a ir acomodando. Si vos no perdés la mesa -primero si la armas y luego si no la perdes- y vas discutiendo permanentemente, esas cosas después salen. El tema es que no hay disposición para armar la mesa y tenerla armadita para seguir discutiendo, hay intentos pero todavía eso no aparece. Después la CGT con nosotros, con nuestro sector, jugó un papel que para nosotros fue más que digno porque nos acompañó -y ellos tenían mucha influencia en la presidencia de Juan Carlos (Schmid)-, pero todos estuvieron de acuerdo en acompañar. Nos acompañaron todos, con lo que pudo cada uno, porque no te olvides que el 18 de noviembre cuando ganamos la ley de emergencia social, era un día laborable. Después el que tiene poder sabe cómo fragmentar, cómo ofrecer. Es decir: ¿estás hasta las bolas con la obra social, se te viene a pique?, entonces te tengo con la zanahoria de la obra social, o lo que podría hacer con nosotros, bueno ¿se te cayeron los planes? Nosotros movilizamos y los tipos se sientan en una negociación. Pero ya estás discutiendo para atrás porque primero nosotros no hablábamos de planes, hablábamos de salario social. Se instaló de vuelta lo de los planes, se instaló de vuelta lo del “choriplanero”, se instaló de vuelta el problema de la alimentación, entonces empezamos a ir para atrás. Y después, yo conozco poco del movimiento obrero internacional, pero no existe el paro nacional en otras partes del mundo, casi no existe, no sé si ustedes escuchan que en algún lado hay un paro general decretado por los trabajadores. Acá tenemos la lógica de que cuando el movimiento obrero se decide, que obviamente articula con sectores de la burguesía, porque sino vos les vas a preguntar a tus propios trabajadores “che ¿quieren parar? Si, pero me descuentan el día”. Entonces tampoco es tan fácil. Ante este problema -que yo no vivo porque no soy un dirigente sindical que le digo a los compañeros “¿che, quieren parar?”-, no discutimos ese tema en las asambleas. Yo no lo ando señalando, hago todo lo posible para discutir con ellos, pero al interior. No me gusta hacer señalamientos que perjudiquen a cualquier dirigente porque si el dirigente está ahí es por algo. Qué se yo, el “Momo” Venegas no era el tipo que me caía mas simpático, aunque Necochea lo adora, es decir, de alguna forma el tipo llegó a ese lugar y se sostuvo. Yo no le digo a los compañeros, “tenés un dirigente de mierda”, eso desde mi punto de vista no corresponde y no lo hago. Si hay otros que lo hacen, y bueno qué se yo. El poder sabe trabajar la fragmentación, enseguida de lo que vos decís, y hacés, se hace un festín. Entonces esas discusiones hay que tenerlas al interior. Por supuesto, cuando avanzan ellos tan fuertemente, la fragmentación se profundiza. Entonces, en definitiva, yo creo que el movimiento obrero tiene que tener un mayor acercamiento a los trabajadores más pobres. Es decir, nosotros vamos a resolver el problema del hambre si el movimiento obrero se lo pone al hombro. Si discute con nosotros cómo hacemos para resolverlo.

¿Entonces hubo un acercamiento en los últimos años del movimiento sindical con las organizaciones sociales?

Hubo un acercamiento importante, pero ya te digo que el poder sabe cómo fragmentarte. Entonces, te trabaja internamente. Lo ha hecho con organizaciones sociales, le cuesta más, pero nosotros ya nos quedamos sin trabajo, ya tenemos todos los problemas que el dirigente sindical está cuidando que no suceda. El esfuerzo para construir unidad es enorme porque querer construir un sindicato con estas características… y además no todos los movimiento populares están de acuerdo.

¿Hay una diferencia ahí también?

Claro, tenemos diferencias.

¿Cómo las resuelven?

No, no están resueltas porque son ideologías distintas. El planteo de la Izquierda más tradicional, inclusive la europea, plantea que bajemos las horas de trabajo y distribuir en este capitalismo. Estoy de acuerdo con eso, devolvemos dos horas si querés, pero el problema es cómo construís masa crítica y debate en la sociedad para que eso se desarrolle. Se viene discutiendo, me parece, no quiero pecar de soberbio, que el sistema me deja sin laburo pero yo trabajo, hago trabajo. Para dar un ejemplo más gráfico: una mujer que tiene siete hijos, -mi vieja tuvo cuatro hijos y laburaba, no dejaba de trabajar, nunca se tomó nada- ¿Por qué una mujer que cría a siete hijos no puede cobrar 40 mil pesos para vivir por el laburo que hace, o no está trabajando para la patria criando siete hijos, cosa que otros no hacen o tienen un solo hijo, entonces ¿Cuál es el problema? ¿Cómo vamos a discutir o reconceptualizar el tema del trabajo? ¿Cuándo lo vamos a hacer? Eso es una discusión que hay que tener en el movimiento obrero porque hay sectores que creen que los únicos que laburan son los que van a la fábrica. Yo laburé en fábricas y hoy laburás bastante menos, hoy tenés mayores niveles de capacitación, pero le ponés menos el hombro, digamos. A veces le pone más el hombro un cartonero. Trabajé un tiempo en una recicladora y con la edad que tengo ya no puedo levantar los fardos de cartón. Para mí, lo nuevo es volver a reconceptualizar el tema del trabajo y no la base que es el empleo bajo patrón. Esa es la línea de la CTEP. Si yo soy cartonero y trabajo tantas horas, me corresponde tal salario. Si soy vendedor ambulante, en vez de reprimirme como si yo fuera un delincuente y mandarme la policía... Yo estoy trabajando, entonces tenés que ayudar a organizar esa forma de trabajo. Eso casi no tiene discusión, está mucha gente de acuerdo con que te caguen a palo cuando estás trabajando, es una cosa escalofriante que nuestra sociedad no se ponga en la cabeza que eso es laburo y que lleva horas tener que comprar y vender.

¿Por qué creés que hay aceptación en un sector de la gente a que se reprima al militante social que está reclamando?

Si el poder no trabajara los temas de la conciencia nosotros ya estaríamos ganando. Ellos lo saben trabajar muy bien. El otro día estaba escuchando a Baby Etchecopar y con una dice todo lo que dice con sentido común y yo creo que eso entra mucho más que lo que decimos nosotros, tienen más facilidad para entrar como hace el otro, ese Feinmann. Tipos que parten del sentido común, cosas que se las escuchás a mucha gente. Además, nuestro pueblo no es lineal, vos vas avanzando en tu vida como tradición y hay gente que te dice que está a favor de que los caguen a palos porque me están cortando la ruta, y al otro día los están cagando a palos y dicen "no qué hijos de puta cómo les van a estar pegando así". Si nosotros no construimos comunidad y no nos insertamos en esos debates para darlos vuelta…  ¿Cómo voy sacando esa conclusiones? Porque milité en los barrios. La otra vez vino un compañero y me dijo que no tiene problema en que venga un delincuente o pibes que tengan problemas con la droga u homosexuales porque ellos, los evangelistas, los podían curar, pero pará - le dije- la homosexualidad no es una enfermedad. Sabés cuánto hace que yo digo que no es una enfermedad, hace menos de diez años. Qué voy a hacer ¿Me voy a enfrentar con ese compañero? Para dar esa discusión tenés que estar en el barrio, tenés que estar con el pueblo, porque sino te ponés en el lugar de paladín de la justicia de que el otro es un nabo que nunca entendió nada que el tipo le está dando paz y tranquilidad a 50 o 60 personas de su barrio, entonces yo lo valoro. Nosotros caminamos con contradicciones ya eso hay que ponérselo en la cabeza. Yo cuando hablo con algunos periodistas me pongo a discutir y seguro que le encuentro alguna similitud con algunos de mis planteos. En los 90´ vos no podías juntarte a tomar mate con cuatro tipos porque era una cosa, habían logrado meterlos para adentro era un aislamiento increíble y yo pensé que eso no se podía modificar más, pero las crisis hacen que vos te tengas que juntar. Creo que eso es lo que están entendiendo nuestras compañeras de lo que te decía hace un rato.

¿Cómo definirías la gestión de Macri?

Hay que buscar las definiciones en otros. El otro día uno me decía que es la tercera fase del neoliberalismo: la primera fue la dictadura, la segunda el menemismo, y este es un nuevo diseño con mayores niveles angustiantes de precariedad laboral y desguace absoluto del movimiento obrero. Aunque no me gusta esa definición.

¿Y a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner?

Fue un proceso como de reparación o de intentar reparar el daño que se había producido. Ahí se cruza lo que vos sentís y a nosotros se nos morían de hambre los pibes y hace poquito se murió un pibe y la madre tenía 15 hijos, hicimos el primer merendero juntos, Matías era el pibe y yo decía este pibe no se murió en esa época porque nos pusimos a hacer el comedor con una enfermera que se choreaba vacunas y me las traía a una casillita donde habíamos vivido con mi compañera, que luego se convirtió en el primer centro cultural. Entonces yo organizaba vacunatorio con esta mujer, venían los pibes y lloraban, yo los abrazaba para que no lloren. En realidad, había un problema de vacunas, pero también un problema de comida. Después aparece Néstor, después de lo de Kosteki y Santillan, todo lo sucedido el 19, aparece Néstor y vos estas en el fondo del mar en serio, en el infierno y toma decisiones que hay que tener huevos para tomarla y además no estaba la organización o me parecía a mí que no estaba la organización para tomar esas decisiones y sin embargo las tomó. Viste lo que tiene esa impronta, esa impronta que tuvo Perón. Entonces yo no quiero hacer comparaciones, igualar y hacer esas cosas, pero fue un momento, yo me acuerdo que cuando vino Néstor, mucho compañero que lo definimos como peronista, de los movimientos populares íbamos tres o cuatro veces por semana, conseguimos bondi, lo pagaba la gente e íbamos a bancarle cualquier pelotudes que hiciera. En ese momento no lo bancaban los intendentes, no lo bancaba nadie y nosotros íbamos. Después bueno, el enemigo juega. La etapa de Cristina fue la etapa de mejorar derechos muy de arriba para abajo, pero bueno era la forma. Fue de arriba para abajo, pero también se había peleado por la Asignación Universal pero mucha gente lo percibió sin haber sido parte de la pelea, esas cosas también suceden. Le pasa a todos los movimientos de transformación. Y despues el 2011 fue un proceso que se empezó a cerrar. Entonces nos perdimos un montón de discusiones. Pero también se empezó a cerrar porque el enemigo jugaba fuerte y pegaba con una dureza, te acordas, grandes movilizaciones de masas contra Cristina, no es joda. Se habían convencido sectores importantes de la sociedad. Y el punto más claro donde ellos laburaban, era que había un sector como que alimenta a otro sector. Yo con mis impuestos hago que a vos el plancito que ganás, que no servís para nada, me lo debés a mi. Habían logrado esa grieta, que después llaman grieta, con sectores medios y con laburantes nuestros también. Caló hondo en laburantes que están un poquito mejor. Hay un cura que tiene 94 años, se llama Carbone, cura que fue preso porque le encontraron la maquinita donde habían escrito los Montoneros “la carpita”. Tiene 94 años y vive en Moreno. Pude hablar con él y le pregunte cuál es problema que usted observa acá y me responde que el problema es el problema del mejorismo, que cuando vos estás un poquito mejor, dejas de mirar al que está peor. Sencillito. Este es un punto que a nosotros nos falta discutir con nuestros compañeros. Yo no fui muy cristiano toda mi vida sinceramente. Me lo hizo incorporar el trabajo barrial. Como que yo estaba re negado mal, por la complicidad de la Iglesia con la dictadura, con todo lo que nos pasa a muchos. Revirado contra todo eso y después se nos va que si no laburás con un cura, un pastor, que son los que están. La relación con algunos curas piolas, que son comprometidos que me fueron enseñando esta idea de que la fe y la lucha van juntas. Después la presencia de Chávez como un tipo que las piloteaba a las dos juntas. Si lo escuchás tenía una imagen de Jesús que me llamaba la atención y bueno cada vez más convencido de que era por acá. Y bueno después la religiosidad del pueblo, que no lo tiene separado. Le importa un carajo si vos hablás de la Iglesia. Los compañeros van, ven la virgencita en donde la vean en alguna esquina, le dan un besito y siguen su vida. La tienen incorporada. Yo llegó un momento en que la tenía igual, empecé a tener el mismo comportamiento. Ni me cuestioné si Dios existe y toda esa racionalidad que la puede hacer cualquiera pero me importó un carajo. Entonces es eso, es la religiosidad popular con la lucha reivindicativa, y hay experiencias como la de Nicaragua, hay otras experiencias, hay un desarrollo de un cura que se llamaba Tello que digamos que pone en eje lo más humilde, mucho más fuerte que nosotros, un planteo más desde lo pastoral, no tanto desde lo político que es desde una corriente más peronista, más de base, pero que me ayudó a tener estas posiciones que para mi son importantes porque yo creo que en ese sentido por más años que tenía de militancia, estaba alejado de la integralidad que se necesita. Nosotros tenemos que apuntar a la integralidad conceptual y de trabajo.

¿Cómo ves el escenario electoral en Octubre?

Opositor. Yo creo que ya estamos en el 80% que ya no queremos a este gobierno, estamos cerca. Me parece a mi. Por lo que percibo. Yo creo que el 80% no quiere saber nada. Hay un porcentaje que me imagino que sigue pensando o hablando mal de kirchnerismo y hay un porcentaje que quisiera superar la grieta, no sé como decirle. Por lo tanto, a mi, si vos me preguntás quien te gustaria, y la unidad de todo el 80% con el que se anime, pero que una a todo ese 80% y los destrocemos electoralmente. Pero en definitiva lo que yo siempre creo es que, lo que decía hace un rato, sin la unidad y el protagonismo de los trabajadores ese 80, porque la cuestión electoral es muy volátil, si no hay un verdadero protagonismo de los trabajadores, en toda su nueva configuración, nosotros gobierne quien gobierne, vamos a estar muy complicados y nosotros no podemos salir de la calle con propuestas por ejemplo inmediatamente resolver el problema del hambre, que es una cosa inmediata y encolumnar a todo el mundo ahí, que sea una cosa que no haya persona que no esté preocupada por eso. Es un cambio interesante para empezarlos ahora.

¿Creés que tiene que ser Cristina la candidata?

Mira yo creo que ser el que una ese 80%. Si Cristina lo une, que sea ella no tengo ningún problema. Lo que se hizo con Cristina fue despiadado. Hoy imaginate que tenemos preso a Lula que había sacado de la pobreza a 40 millones de personas. Correa no puede volver a Ecuador.

No son casos aislados....

Claro, hay una una estrategia que es la estrategia del poder, independientemente de que haya sido bueno o mal gobernante, eso que expresaba una distribución distinta de la riqueza ni aparezca. Entonces en ese sentido, Cristina llegaría con un deterioro, como llegaría Correa o volvería Lula. Que hay que ver cómo se afronta. Porque para afrontarlo hay que tener grandes niveles de organización es lo que te vengo diciendo. Entonces a mi me preocupa mucho el dia después, día que hay que empezar a discutir ahora. No tengo en la cabeza que venga alguien a salvarnos. Que contribuya. Pero yo siempre tuve, va siempre no, pero cuando empecé a creer que entendía por dónde pasaba el tema de la organización. Pero atendiendo las contradicciones. Si no es así no podés construir unidad, no hay manera. si yo ya te digo que en la casa de alguien veo que tiene el cuadro de Menem en la casa y yo le digo “che, pero vos tenés ese cuadro, ese tipo, que nos entregó, etc”. Sí pero es el padrino de mi séptimo hijo, y ya la cagaste entendés. Porque te metés de entrada con la cuestión, con los valores. En vez de eso, yo empezaría discutiendo "che como estás con el trabajo". Nos vamos a poner de acuerdo en diez minutos

Sos un peronista que parece haberse nutrido del cristianismo, del marxismo, y de otras corrientes

Sí, yo soy muy remolón para los libros viste. Es más, casi no creo en eso de sentarte a leer. ¿Por qué soy peronista? Porque yo trabajo a partir de la necesidad de mi pueblo. No de lo que yo creo que necesita. Yo puedo empezar tratando de organizar un centro cultural pero si veo que hay hambre, voy a armar el merendero, el comedor y me voy a romper el alma. Y si hay que cortar la ruta te la voy a cortar para garantizar la comodidad de los pibes. A veces me fui de mambo un poco, pero parto de la necesidad y no de lo que yo creo que los demás tienen que hacer. Entonces ahí es que soy peronista y me banco las contradicciones del campo popular. Como decía el General, no sé si tan drástico hay que ser hoy, el peronismo es muy chiquito y tiene mucho poder. Entonces con todo lo demás, haya estado distanciado o no crea todo lo que me dicen, yo estoy dispuesto y de hecho lo hago, con gente que son muy liberales, pero me respetan. Entonces en ese sentido digo que soy muy peronista. En la formación mía es porque me he pasado muchas horas de debate con compañeros que sí lo hicieron. Que está bárbaro, sólo que yo no lo puedo hacer. Soy eminentemente mucho más práctico. Pero sí, me he cruzado con todos.

 

*** (Al momento de realizar esta entrevista Cristina Fernández de Kirchner no había anunciado la fórmula con Alberto Fernández como candidato a Presidente)

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* Queer es un término global tomado del inglés y que define el adjetivo como «extraño» o «poco usual». Se emplea para designar a personas que no se identifican en el modelo organizativo establecido. En el contexto de la identidad política occidental, las personas que se identifican como queer suelen situarse aparte del discurso y del estilo de vida que tipifican las corrientes en las comunidades LGBTIQ+ –lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgeneros, travestis, intersexuales, queer, etc–, que consideran opresivas o con tendencia a la asimilación (definición extraída de Wikipedia).

Cafecito