19/05/2019

Claudio Marín, Secretario Adjunto de FOETRA

“Si no generás una construcción donde se fortalezcan las comisiones internas y los cuerpos de delegados, estás jodido”

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Los caminos de la vida de un militante político suelen tener recorridos comunes de indignación ante la injusticia pero no todo comienzo tiene por qué ser épico. Si alguien le preguntara a Claudio por qué empezó a militar con apenas 13 años en el Centro de Estudiantes de la Escuela Nacional Antonio Mentruyt (ENAM), la respuesta tiene un solo motivo: Las piernas de Carla. Ella se acercaba a la puerta del Mentruyt a vender la CHISPA que era la revista de la Juventud Socialista de Avanzada y un día trajo una edición con una tapa de Pinochet con un guardapolvo de carnicero y una cuchilla chorreando sangre, bajo la consigna ‘Paremos el golpe en Chile’. Fue en esa campaña que me sumé”, afirma Claudio Marín quien ya había participado como correo de apoyo al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) con apenas 12 años de edad. Años después Carla sería la novia de Piero, y Claudio comenzaría una militancia gremial que lo lleva a ser en la actualidad el secretario adjunto del sindicato de telefónicos (FOETRA).

Proveniente de una familia de clase media alta, asume que no aprendió la injusticia social desde cómo vivía sino desde cómo empezó a sistematizar ideas sueltas, “sobretodo crisis con la estructura familiar, y las escuelas de cuadro: ´El manifiesto´, ´Del socialismo utópico al socialismo científico´, ´La propiedad privada, la familia y el Estado´. Todo esto sumado a un proceso de militancia en el centro de estudiantes con 80 delegados, 13 partidos políticos estructurados dentro del ENAM con 4 mil estudiantes. Recuerda que el colegio era muy grande y que de ahí salieron “el tano” (Víctor) De Gennaro y dirigentes del PI (Partido Intransigente). No olvida que tuvieron 8 detenidos desaparecidos de un saque de la JG (Juventud Guevarista) que cayeron entre el ‘76 y ‘77. “Todos compañeros nuestros. Fue un comienzo que en verdad me marcó a fuego”.

Militó en la clandestinidad hasta 1979 en zona Sur, “una zona picante porque entre otras cosas la columna Montoneros seguía funcionando. Desde lo que era el viejo puente de La Boca hasta La Plata sin llegar a la misma y hasta Quilmes por la vía Don Roca”. En esos años compartió militancia con “Miguelito” Núñez, quien luego sería el vocero presidencial de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, “con él estuvimos en el bureau político hasta el ‘78”. Después “Miguelito” se abrió y con una fracción “hicieron entrismo en el peronismo”. Años más tarde lo volvería a encontrar pero ni siquiera sabía el apellido “yo me llamaba José, no Claudio, y él era Miguelito y punto”.

 

Enfoque Sindical

 

G: ¿Cómo llegás a ser trabajador telefónico?

 

C: Hubo un conflicto muy grande en el ‘77, que fue el conflicto por las 7 horas de trabajo, por seguir manteniendo el convenio. Éste marcaba un horario diferencial bastante grande en comparación con los otros gremios, una carga horaria semanal menor. Y hubo un conflicto que terminó con una represión y 3.000 despidos en el año ‘77, con 50 detenidos-desaparecidos entre Capital y Provincia de Buenos Aires. Eso generó una merma de la dotación porque 3.000 era un número muy fuerte. Desde el sindicato de Buenos Aires se ejercía la resistencia como ha sido históricamente y sigue siendo. Salieron avisos por los diarios para entrar y yo entré. Nunca me echaron y me quedé. En ese momento la única empresa era ENTeL, no había otra cosa. Fui en el ‘83 delegado de sector y en el ‘85 delegado general de edificio. En el ‘89 entré en la conducción, con Esquivel - Barone momento de la resistencia de María Julia Alsogaray como interventora, y Carlos Menem como Presidente de la Nación.

Fue un conflicto duro resistiendo la privatización, la venta de ENTel, fueron cuarenta y pico días de paro total. Incomunicamos el Congreso de la Nación, incomunicamos el país hacia el exterior, el país tuvo una semana en que no podían entrar y salir comunicaciones. Incomunicamos la Casa de Gobierno y ellos militarizaron el conflicto, trajeron un batallón de gendarmería de comunicaciones para reestablecer las mismas con el exterior. Claramente no podían porque era una resistencia muy grande. Tuvimos 400 telegramas de despidos.

Estuvimos en soledad porque la CONAGRES, en ese momento, que era el núcleo que habíamos generado de empresas del Estado, no nos dio apoyo. Seguimos solos, nos desangramos, la CGT no largó el paro pese a los pedidos. Nos dejaron solitos, solitos. Saúl no nos bancó. Y nada... Ahí no había CTA todavía, estaba la CGT solamente. Y fue uno de los elementos de ruptura. En el ‘92 se rompe y se genera el Congreso de los Trabajadores primero, y la CTA en el ‘94. Pero la verdad que fue un momento de mucha angustia. Una asamblea en Atlanta de 6.000 trabajadores votamos la suspensión de la medida, que estuvo partida además.

 

G: ¿Tenías expectativas con el gobierno de Carlos Menem?

C: No. Yo no, pero muchos telefónicos sí.

 

G: ¿Te dejó alguna enseñanza, experiencia o reflexión esa lucha?

C: Sí, que precisas mucha más unidad. Y que al tigre no lo podés joder con un palito, lo tenés que matar, sino no se puede. Y pasó telefónicos y después pasó ferroviarios. Ramal que para ramal que cierra.

Pero en ENTeL a diferencia de Ferroviarios -que es una actividad que tiene que ser subsidiada por el Estado-, ENTeL subsidiaba las cajas, y los pagos de la Policía Federal. Todo lo que era Policía Federal se pagaba desde sus ganancias que eran enormes. En ese momento ponele 150 millones de dólares, que era mucha plata. ENTeL generaba ganancias a pesar de que la querían hundir y le hacían un sistemático boicot a la empresa.

 

G: ¿Y ves comparaciones en lo que fueron los ‘90 con lo que está ocurriendo ahora con este gobierno?

C: Sí, a ver… Primero hay una tentación de comparar y encontrar analogías, uno siempre puede encontrar analogías ante la historia, pero de ninguna manera se repite. La historia siempre es absolutamente distinta. Uno encuentra analogías que tienen que ver con las formas, con las palabras, con los términos, con las tendencias, con los intereses. Pero bueno… son procesos.

 

G: Con los apellidos a veces también.

C: ¡Con los apellidos! Es muy tentador, y uno puede caer en un error y decir “Sí es el mismo proceso que los ‘90”, y esto es total y absolutamente distinto, esto es muchísimo más destructivo, va mucho más a la raíz del modelo de acumulación. Para quienes gobiernan hay que destrozar este modelo de acumulación. Además tiene mucha más sincronía en la región. No es un problema de cantidad de países sino de la calidad de este proceso que surge entre otras cosas de los múltiples gestos que se reciben, por ejemplo, de Estados Unidos. Todos estos gestos que estamos viendo y que nunca hizo. Están siendo muy atrevidos.

 

G: ¿Creés que en los últimos años se fue avanzando en el proceso de unidad entre las organizaciones sindicales?

C: Yo creo que los gremios tenemos un contrato básico con nuestros representados que es defenderles los porotos. Eso es un primer contacto básico. ¿Quiere decir que esto es lo único que hacemos? Obviamente que no, tenemos una visión reivindicativa mucho más amplia, corporativa mucho más amplia y política mucho más amplia. Pero si no cumplís el contrato básico, estás en problemas. Y la particularidad que tiene esa defensa de los intereses económicos, es que tiene una inmediatez insoslayable. Si no conseguiste un aumento de salario correte que ponemos a otro. O no, no te corrés, pero te generás una crisis de representatividad inmediata. Es decir, vos no conseguís una corrección salarial acorde a lo que podés y la gente te pide que te corras. Y así debe ser.

Los dirigentes sindicales tenemos que revalidar todos los días, porque todos los días surgen cuestiones de gestión y de avance de las compañías, procesos de reconversión tecnológica, procesos de desplazamiento de mano de obra, modificaciones de condiciones de trabajo y esto es permanente. Obviamente esto tiene que ver con que vos quieras ejercer la representatividad de tu gente.  ¿Qué hacen los gremios mayoritariamente? Dicen: yo hago la reivindicación económica, alguna de condición de trabajo, y me quedo acá sentado. Y de ahí no me muevo. Esa es la mayoría, y hablo del 95%. De mil gremios que hay en este país funcionando, debe haber sólo 50 gremios que nos estamos dedicando a lo que nos tendríamos que dedicar: a ver cómo generamos un poder de la clase trabajadora que esté más allá de la reivindicación absolutamente corporativa.

 

Enfoque Sindical

 

G: ¿Cómo está compuesto FOETRA? ¿Cuántos afiliados y afiliadas son?

 

C: Ahora a nivel país seremos 35.000 más o menos. Es grande porque incorporamos también todo lo que es la telefonía móvil, que la tenía Comercio. Los últimos 5 años incorporamos sobre todo a Claro que era una empresa que venía resistiendo muchísimo la incorporación al convenio.

 

G: ¿El sindicato se tiene que ir adaptando a los diferentes cambios tecnológicos también?

C: Eso va cambiando todos los días, la tecnología siempre lleva inserta la posibilidad de que el sindicato pierda poder. O sea, de tener los especialistas empalmadores en la calle que empalman un cable de cobre de 3.000 pares, (que precisaba de un oficio, de formarse seis o siete años) hoy, la tecnología te permite formar en 15 días una persona que empalma, mide y escala fibra óptica.

 

G: Eso te genera también una precarización.

C: ¡Claro! Si vos no tenés una respuesta, lo primero que te pasa es que donde tenías diez personas pasás a tener una. Y no exagero. Si vos no tenés una política para conservar los puestos de trabajo te pasa eso inevitablemente. Y segundo, que lo que se intenta hacer permanentemente por parte de las compañías es sacar por arriba al sindicato: generar puestos de alto valor agregado como programadores o gente que tiene que sintetizar un poco más de conocimiento y sacar la organización gremial de ahí. El pensamiento es: estos no son de cuello de overol, son de cuello blanco entonces no tienen que estar sindicalizados o, al menos, en otro tipo de sindicato como Comercio. O, por el otro extremo, léase UOCRA. Buscan sacarlos de un lado para otro. Entonces es una batalla permanente. Si a eso le agregás los cambios brutales que hay en la composición etaria, hoy tenemos a la mayoría de trabajadores sub 30. Por suerte nosotros tuvimos una política muy acertada en ir acercando a los compañeros y compañeras nuevas. Hoy tenemos entre un 40% y un 50% del cuerpo de delegados,  que son alrededor de unos 300 compañeros entre Capital y Gran Buenos Aires, la mayoría debajo de los 30 años.

 

G: ¿A qué atribuís que exista nueva generación de compañeros y compañeras?

C: En principio a que le pusimos el pie para que la puerta no se cerrara ¿no? Pudimos entender que eso era no sólo correcto sino también necesario. Hubo mucha discusión interna, no sobre si hay que incorporar o no a los jóvenes, sino en la forma de relacionarse con ellos. Vienen las peras verdes y las peras maduras con la juventud, y tenemos que estar con todas, sino no generás participación. Si vos hablás con cualquier dirigente sindical de cualquier tendencia dice “Sí, hay que tener políticas para los jóvenes” pero después vas al sindicato y es un mausoleo, no vas a ver a ningún joven. Y a su vez, la problemática es la formación de cuadros. Si nosotros vemos los procesos que hemos tenido en Latinoamérica durante los últimos 15 años, todo el movimiento que hemos tenido, hoy subsisten y se consolidan aquellos que han tenido una política de formación de cuadros y han mantenido un programa político más allá de lo reivindicativo o de lo meramente casual -léase en este caso Bolivia y Venezuela-.

En los sindicatos si vos no generás una buena formación de cuadros vas a tener una militancia por la gestión y lo reivindicativo. Es decir, buenos cuadros gestionando y buenos cuadros reivindicativos, como el vandorismo del siglo XXI. Si no tenés formación y un objetivo estratégico no generás una militancia solida porque obviamente lo que nos une a todos es el futuro. El pasado está bueno, nos trae buenos recuerdos y nos enseña que no hay que repetir los errores, pero no genera militancia, lo que lo genera es saber hacia dónde vamos. Para saberlo tal vez tengamos que salir de la crisis que tenemos desde la caída del muro. Pero hay que hacerlo porque si no estamos cagados. Si no generamos paradigmas que nos permitan dar la vida por… no sé qué hacemos.

 

 

 

G: ¿A vos te da lo mismo ser dirigente gremial en un contexto de un gobierno nacional y popular que de un gobierno neoliberal?

C: No, obvio que no, se te facilitan muchas cosas pero también tiene muchas trampas. Se puede tender a decir “Bueno total escuchame, si yo tengo la autoridad de aplicación que toco pito y me cita a las empresas y me las aprieta, ya está papá, vamos con esto y listo”. Que de hecho sucede. Nosotros pasamos de llegar al Ministerio de Trabajo en Alem y entrar con el auto pudiendo estacionar al lado del Ministro, a que no pueda pasar por la vereda de la Secretaría porque me escupen. No sé cuánto hace que no voy. Mirá que soy el Secretario Gremial de la CTA y no paso por nada. Fui el otro día por un evento formal pero sino no piso. Y aun así funcionamos, eso está bueno. Seguimos manteniendo lo reivindicativo, perdimos un elemento pero nos obliga a ir hacia la gente. A tratar de refugiarnos más en los socavones. Y si no, estás jodido, si no generás una construcción donde se fortalezcan las comisiones internas y los cuerpos de delegados que son el elemento distintivo que tenemos, los que generan esa capilaridad interna. Y por ahí en la actividad del Estado es más común pero en la privada es más difícil que funcione la comisión interna.

 

G: ¿Cómo se está desarrollando la discusión paritaria?

C: Nosotros habíamos cerrado hasta enero un 34,5%. Pero a fines de febrero empezamos a perder. Perdimos en relación a la inflación un 2,5%. Nuestra paritaria va de julio a julio. Y de ahí en adelante empezamos a caer. Hoy estamos cerrando un acuerdo con cláusula de revisión para llegar a fin del acuerdo empatados. Tenemos que estar cerrando arriba de 50%. Y arrancar un nuevo período mano a mano.

Tenemos una situación difícil con Telecom, porque como saben Cablevisión compró Telecom pagando con Cablevisión. Puso la caja de Cablevisión, se fusionaron pero siguen teniendo dos cajas. El tema es que en vez de tener 14.000 empleados, que es lo que tiene el Grupo Telefónica, tienen 26.000. Entonces vienen y te dicen, después de varios meses, que acá hay mucha gente.

Nosotros no tenemos despidos. Tenemos algunos que tienen que ver con dolo u otras cuestiones que no son despidos de carácter colectivo ni masivo. Pero ellos te hacen la cuenta que si hoy por hoy tenés tasas a 70% anual, ellos prefieren poner esa plata en la bicicleta financiera que en los salarios. Que es lo que le debe pasar a todo el mundo, pero con estas cajas gigantescas de miles de millones imaginate los que es. Entonces la tentación de sacarlo del salario que se te mueve todos los meses (más aguinaldo, horas extras, etc.) es aún mayor por la alta rentabilidad.

 

G: ¿Y en ese sentido cómo caracterizas que un gobierno como el de Macri esté fomentando esta bicicleta financiera, y estas tasas de interés?

C: Yo creo que no puede hacer otra cosa. El grupo que él representa es eso y no otra cosa. Está sentado en un lugar donde hacer otra cosa es hacer algo contra él mismo. Entonces tiene que hacer lo que vino a hacer, que es eso. Ahora, la pregunta es ¿cómo con esa limitación logran generar un consenso social si sólo representan a una manga de energúmenos?. Eso no tiene respuesta. Ahí es donde a nosotros se nos queman los papeles y nos comemos las curvas. Son lúmpenes con poder, ¿cómo hacen para llegar a un 25%?. Gente facha hubo siempre sí, pero nunca tanta junta. La diferencia es que antes vos tenías a Alsogaray, a la UCEDE, que tenían el 3%, el 4%. No sacaban nada en las elecciones ¿para qué? Te daban un golpe. Tenías al partido militar que llenaba ese espacio. Lo novedoso es que ahora hubo un catalizador, que se constituyó en su momento como oposición, en la elección de 2015 que fue una oposición real. Ese 25% es todo el gorilaje junto, más todo los que puedan tener algún tipo de interés en lo que este tipo plantea. Hay que decir que tuvo una estructura partidaria que fue la UCR que le terminó de complementar lo que no tenía.

 

E: Siendo parte de la CTA de los Trabajadores, ¿Creés que hay que sintetizar al conjunto del  movimiento obrero en una sola central y que esa central sea la CGT?

C: Siempre hubo más de una CGT en este país, siempre hubo más de una central. Eso no quiere decir que tenga que haberla ni que deje de serlo. Siempre que existen intereses y organizaciones contrapuestas tratando de ocupar un mismo espacio es porque hay de alguna forma intereses materiales que lo sustentan. Sino caemos en la metafísica. Está un poco en crisis la teoría, pero alguna herramienta todavía te da. Tal vez la pregunta es si estamos en una coyuntura oportuna para intentar una unificación. Yo creo que está bueno, que algo va a pasar. Hay emergentes como Pablo Moyano al que le creo, y señales de que algo va a suceder a nivel de los sindicatos y a nivel político. Además por un problema si querés biológico, hay un agotamiento. No me quiero meter con mi amigo Armando Cavallieri pero ya tiene 82 años.

Hay que modificar la 23.551 que es la Ley que nos rige a las organizaciones gremiales, hay que hacer una modificación de fondo que no tenga necesariamente que ver con la libertad sindical en abstracto sino con la democratización. Yo empezaría por generar mecanismos que respalden la democratización que tenemos que darnos los sindicatos desde adentro. Porque no hay otra manera de hacerlo. Es un movimiento que se está dando y que en algún momento con la acumulación de la crisis que hay en la representación va a pegar un salto cualitativo y nos va a permitir ir por una unificación con programa. Porque el problema ya no es la unificación, aquellos 26 puntos de la CGT, la Falda, Huerta Grande, hoy no están. El quilombo que tenemos es por qué no emerge de alguna manera una sistematización de las reivindicaciones necesarias más allá de lo inmediato. ¿Por qué no podemos parir eso? Tiene que ver con la falta de paradigma también de dónde ubicamos nosotros en la estrategia política a la organización sindical. Y ahí tenemos un quilombo que aún no hemos logrado resolver. Tenemos que lograrlo como lo hizo Bolivia, o el propio Chávez que generó otra Central a través de los 70.000 delegados de prevención. Partió de lo necesario porque tenés que partir de ahí, pero generó una forma absolutamente distinta que es efectiva. Me parece que por ahí tenemos que entrar. Que tenemos que modificar los niveles y las formas de representación, no hay duda que tenemos que integrar a los movimientos sociales, aunque la idea es que se extingan, no hay duda. Porque la idea es extinguirlos, sino nos podemos confundir y enamorar de un movimiento social. Es una contradicción que hay que intentar resolver. Si los integramos es para que dejen de serlo, para que no tengamos que tener más movimientos que digan “aumentame la asignación”. Tenemos que generar trabajo y trabajo digno, en buenas condiciones. Mientras, hay que resolver la situación. Están los que dicen: “No hay que darles pescado, hay que enseñarles a pescar”. Bueno, andáte a cagar, dale pescado. Es siniestro decir eso, la gente tiene hambre.

 

G: ¿Cómo analizaste el allanamiento en la sede de Camioneros?

C: La verdad que no es casualidad, no hay mucha vuelta. Si tiene un collar, cuatro patas, orejas y ladra es un perro. Es tan burdo que yo creo que llega un momento que dadas las condiciones de falta de consenso que tiene el gobierno hoy se le vuelve en contra. Y termina siendo el bombero loco que tira nafta. Hoy es eso, lo que hace le sale mal. Fijémonos que en algún momento lo hacía y le salía bárbaro.

Pero hoy la crisis económica es tan profunda que ya es un movimiento uniformemente acelerado. Y todo lo que haga se va al carajo. Por ahí le salga alguna buena, pero se va a vivir como una mierda, porque ya está en caída libre. El problema ya no es ese, sino cómo nosotros lo capitalizamos por la positiva. Ahí es donde nos podemos equivocar, donde hay posibilidades de error.

Yo creo que Cristina lo viene manejando muy bien, viene manejando los tiempos espectacularmente. Es espectacular cómo esta compañera está manejando las cosas. No está cometiendo errores. Está muy tranquila. Esperemos que esto siga así a pesar de los intentos que hay del peronismo domesticado, que se va a terminar si nos movemos bien. Va a terminar siendo una variante que le saque muchos más votos a Macri que los que nos saque a nosotros, pero no va a surtir el efecto que ellos desean. Esta cuestión de decir lo ponemos a Lavagna que no es ni chicha ni limonada es muy clase mediero. Tampoco sabemos si juega, ni él lo debe saber. Y a su vez, todo lo que podría hacer el gobierno que es lo del bombero loco, si el tipo hace un mínimo gesto de que se corre es pato rengo. A partir de ahí lo cagan a picotazos. La tiene muy delicada.  

Nosotros participamos de una primera reunión del Diálogo Social ahí con Dante Sica, y es increíble porque le están poniendo pilas al tema. Llaman acá, llaman allá. ¿Qué está pasando? De la Secretaría de Trabajo me están llamando día por medio. En cualquier momento me vienen a buscar a la puerta con un auto. Creo que es una comedia esto. Es un intento de generar algún tipo de consenso mayor. Pero cualquier refuerzo que hacen por un lado se les desmarca por el otro porque van y allanan a Camioneros. Imaginate si hubiera, que no lo va a haber, pero el otro día yo dije en la apertura en la editorial del programa: cómo es esto de dialogar con Cristina si es corrupta, déjense de joder… (Risas) Claro, una de dos. O no era corrupta, o vos dialogás con los corruptos por lo cual la ruptura de ese 25% ¡uh! Se te va a armar un quilombo bárbaro.

 

G: ¿Qué rol creés que tiene que cumplir el sindicalismo en la conformación de un frente opositor a este gobierno?

C: Viste que de la columna vertebral nosotros pasamos a ser el culo ¿no?..(Risas) La verdad que no hay muchas posibilidades de que estructuralmente el movimiento sindical coloque orgánicamente (un candidato). Yo creo que acá lo que hay que hacer es ver la mejor manera, en el sentido más pragmático posible, de ganar. Y la verdad que nosotros, los dirigentes sindicales, somos mala palabra. Primero tenés que ir y explicar que no afanás y no cagás a la gente. Entonces poner eso en la lista, sea como sea, es una cagada. Nosotros tenemos casos excepcionales como Hugo Yasky que es impecable, lo sostenemos todos. Ahí va bien. Pero hasta ahí. Ahora Hugo Moyano, creo que tiene el 1% de intención de votos, si lo ponés, lo votan los camioneros. Lo van a votar a morir, pero el resto de la sociedad no.

 

E: ¿Y quién gana?

C: *** Gana Cristina de acá a Luján. Yo tengo la secreta esperanza que acá se genere un movimiento que trascienda la propia subjetividad. Viste que uno es factor subjetivo hasta que deja de serlo y pasa todo por arriba de eso. Por encima de lo que haga Cristina. Pero es una expresión de deseo. Ahora vos me decís ¿cómo viene? Viene muy bien pero lo que hay que hacer para ganar, es multiplicar la militancia. Desde la agrupación dentro de FOETRA ya elaboramos un plan con responsables para salir a los lugares de trabajo desde ahora. Por supuesto cuando se resuelvan las candidaturas va a ser mucho mejor. Pero ya estamos saliendo y generando cabezas de puente político partidario en todas las oficinas y lugares de trabajo. Aportamos, porque nosotros no transmitimos votos directamente, pero es lo que aportamos con un núcleo de militantes grandes. De hecho cuando salimos todos desesperados en la última semana de (la elección presidencial en 2015) Scioli, logramos algo. Yo te puedo asegurar que salieron hasta los que menos se pensaban. Fue tremendo, pero ya no alcanzaba.

 

*** (Al momento de realizar esta entrevista Cristina Fernández de Kirchner no había anunciado la fórmula con Alberto Fernández como candidato a Presidente)

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